El Redentor, que ha cumplido ya
los treinta años, llegando al fin
de su vida mortal, al ofrecerse
por su libre voluntad a la Pasión,
es levantado en el árbol de la cruz
cual Cordero que va a ser inmolado.
¡Cómo languidece, abrevado con hiel:
las espinas, los clavos, la lanza,
han traspasado su delicado cuerpo;
mana agua y sangre; en qué río
son lavados la tierra, el mar,
los astros y el mundo!
¡Oh cruz fiel, único árbol
noble entre todos!, ninguna selva
produce otro semejante
en hojas, en flores y en fruto.
Dulces hierros y dulce madero
sostienen tan dulce peso.
¡Oh árbol excelso!, inclina tus ramas,
ablanda tus duras entrañas
y suavícese esa rigidez
que te dio la naturaleza;
y extiende en blando lecho
los miembros del Rey soberano.
Tú solo has sido digno de sostener
la víctima del mundo, y, cual arca
que ungió la sangre sagrada
que fluyó del cuerpo del Cordero,
fuiste digno de ofrecer
un puerto al mundo náufrago.
Gloria sempiterna sea dada
a la Trinidad Santa;
igual al Padre y al Hijo;
igual honor al Paráclito:
el universo alabe el nombre
del que es Uno y Trino.
Amén.
(Laudes - Himno)
¿ustedes pertenecen a la frater de La Reja?
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