Mañana es Domínica in albis o de Quasimodo o I de Pascua o después de Pascua, Octava de Pascua. Sin embargo no nos referiremos a ello. Sino al hecho que hasta no hace muchos años los ritos litúrgicos mayores de semana santa se hacían de mañana, así también la Vigilia Pascual se rezaba a la mañana del "Sábado de Gloria". Aún hoy hay Institutos que nada quieren en común con Bugnini ni con la Reforma de la Semana Santa que se dio bajo Pío XII. Es que da para pensar que si Pío XII hubiese visto en que terminaron los cambios litúrgicos entonces incipientes, los hubiere aprobado.
Hoy, una semana después, es sábado de Pascua (o in albis), y los que habían sido bautizados en la Vigilia Pascual, usaban sus por ultima vez las vestiduras blancas- En Roma, por ejemplo, iban a Misa en san Juan de Letrán, donde el Papa les dirigía una meditación durante la tarde.
Como anécdota los monjes franciscanos custodios de Tierra Santa celebran la Vigilia Pascual a la mañana. Eso si, novus ordo...
Lo siguiente, tomado de aquí, es la narración de un fiel sobre los Sábados de Gloria tradicionales y sus gloriosas Vigilias Pascuales, precedidos de unas fotografías de una Vigilia de la década de 1940 a modo de ilustración:
Los altares están con los manteles, candeleros y cruz descubierta. Las imágenes están cubiertas con velos morados.
En la puerta de la Iglesia, frente al brasero con el fuego esperamos a que venga el sacerdote. Ya vienen cubiertos el celebrante y diácono, con capa pluvial morada el primero y el segundo con planeta, el subdiácono con la cruz, revestido con la planeta morada, delante el turiferario con el turíbulo vacío y dos acólitos que llevan el acetre y la bandeja con los granos de incienso. El subdiácono se coloca de espaldas a la puerta y con la cruz vuelta hacia el celebrante, los acólitos a la derecha de este y el diacono a la izquierda. Reza, sin cantar, el dominus vobiscum y las tres oraciones de bendición del fuego. Bendice los granos de incienso con la oración correspondiente. Del fuego bendito introducen carbones en el turíbulo. El celebrante pone incienso con la bendición de costumbre, toma el hisopo, todo con los ósculos correspondientes, que lio de besos, rocía primero los granos de incienso mientras reza en voz baja la antífona Aspergesme, Domine y después el fuego e inciensa en el mismo orden.
El diácono se quita la planeta morada y viste la dalmática blanca con el manípulo del mismo color y el subdiácono el manipulo morado. Comienza la procesión de entrada en la Iglesia, primero el turiferario y acólito que lleva los granos de incienso, después el subdiácono con la cruz, le siguen algunos sacerdotes mayores, detrás el diácono con la caña y un acólito que lleva una candela encendida al final el celebrante. En la puerta de la Iglesia el acólito enciende una vela de la caña, se arrodilla y todos con el , menos el sudiácono, y canta el Lumen Christi mirando al celebrante, respondiendo el coro Deo Gratias, esto se hace por dos veces más , en el medio y en el altar mayor, encendiendo en el trascurso las velas restantes de la caña.
Al llegar al altar mayor, el celebrante lo besa y se dirige al lado de la epístola, donde estará arrodillado en la tarima el diácono, que habrá dejado la caña cerca del cirio pascual, donde le pide la bendición para cantar el Exsultet, Iube domne, etc, Dominus sit in corde tuo etc. El diácono se dirige al atril que esta en el lado del evangelio, inciensa el libro y canta el exsultet. Después de las palabras Curva Imperia, el diácono fija los granos benditos de incienso en el cirio en forma de cruz. Al llegar a las palabras rutilans ignis accendit, el acólito enciende el cirio con una de las velas de la caña, inclinando está, y después las del altar mayor y luces de la Iglesia. Como verán el Exsultet es un canto vivo, las palabras cobran vida con los gestos.
El celebrante con casulla morada y manípulo, los ministros con planeta del mismo color, rezan sumissa voce las doce profecias, mientras un tenor lector estupendo las canta, están como en el introito de la Misa. El diácono canta el Flextamus genua y el subdiacno el levate.
Terminadas estas se dirigen al Baptisterio, con toda solemnidad, cruz cirios etc, revestido de pluvial morado el celebrante y los ministros con planeta sin manípulos. En la puerta de la capilla el celebrante canta el Dominus vobiscum, la oración Dominus sempiterne Deus, entran en el baptisterio y puesto de frente a la cruz , quedando la fuente en el medio, canta el dominus vobiscum y la oración, a modo de prefacio. Dividida el agua en forma de cruz con la mano derecha extendida después de las palabras Gratiam de Spiritu Sancto. Al Per Deum vivum, forma tres cuces in aere sobre la fuente. Después a las palabras Cuius Spiritus super te ferebatus, derrama un poco de agua fuera de la fuente, hacia las cuatro partes del mundo. Las palabras Haec nobis praecepta las dice el celebrante en voz alta sin canto y hace tres cruces con el aliento sobre el agua. Toma después el cirio y mientras canta en tono prefacio, a las palabras descendat in hanc plenitudinem, lo introduce por tres veces en el agua. En la última vez que lo introduce, sin sacarlo, sopla en forma de cruz en el agua. Después un acólito llena el hisopo de esta agua y las pilas de la entrada. Hecha el celebrante , en forma de cruz, en el agua el Oleo de los Catecúmenos diciendo en voz alta Sanctificetur etc y el Santo Crisma diciendo Infussio.
Se entonan las Letanias de los Santos, se dirigen al altar mayor, se quitan el pluvial el celebrante y los ministros las planetas. Se postran en tierra durante el resto de las letanías. Al peccatores se levantan y se revisten con ornamentos blancos para la Misa que se desarrolla more sólito.
Las imágenes se descubren durante el Gloria de la Misa.
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