Termina un año signado por la persecución abierta del Papa a la Misa tradicional.
No puede olvidarse aquí la figura de Mons. Marcel Lefebvre, quien fuera injustamente perseguido por Roma por defender la Misa y la Tradición.
El combate él ya lo vivió en carne propia.
Muchos entonces lo abandonaron y son los que hoy tienen los días contados por el Vaticano.
Por eso este año la perversidad neovaticana le da la plena razón a lo que vio e hizo Lefebvre muchos años atrás.
Tal vez sea tiempo de unión en el sano tradicionalismo.
Alrededor de la descollante figura de Lefebvre, el héroe, el santo, de quien se están cumpliendo 30 años de fallecimiento, bien se podrá estar.
Sobre el futuro de sus acciones y su obra, Mons. Lefebvre decía -bien podría tomar nota Bergoglio- en el libro Carta abierta a los católicos perplejos:
"Se dice también que mi obra desaparecerá conmigo porque no va a haber obispos que me sucedan. Yo estoy convencido de lo contrario. No tengo ninguna inquietud. Yo puedo morir mañana, pero Dios tiene todas las soluciones. Si mi obra es de Dios, Él sabrá conservarla y hacerla servir para bien de la Iglesia. Nuestro Señor nos ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Por eso me obstino. Y si se quiere conocer el motivo profundo de esa obstinación, es éste: en la hora de mi muerte, cuando Nuestro Señor me pregunte: ¿Qué has hecho de tu episcopado, y con tu gracia episcopal y sacerdotal?, no quiero oír de su boca estas terribles palabras: Has cooperado con los demás a destruir mi Iglesia”.
+ Monseñor Marcel Lefebvre
Bandera de contradiccion como lo fue Cristo. Entre mas lo difaman mas se agiganta su legado. SER CATOLICO ES SER LEFEBVRISTA
ResponderEliminarSin embargo hay que reconocer, en descargo de sus perseguidores, que cometió un error imperdonable: Tener razón demasiado pronto
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