Queridos amigos:
Como saben, hemos procurado que el quinto centenario de la primera misa celebrada en territorio argentino el próximo primero de abril, no pasara desapercibido. Nos propusimos que esta importante recordación pudiera reavivar con fuerza la identidad católica de nuestra patria. Los inescrutables designios de las Divina Providencia, las órdenes secretas de Dios, podríamos decir, han impedido toda celebración.
Habíamos preparado con mucho esmero una misa en el Santuario de Nuestra Señora de Luján el sábado cuatro de abril, trasladando el festejo para permitir una mayor presencia de laicos, dispuestos a hacerse presentes desde muchos sitios de la Argentina. El Santo Sacrificio lo hubiera celebrado, con toda la solemnidad prevista en las leyes litúrgicas, Monseñor Antonio Baseottto.
Por otra parte un numeroso grupo de sacerdotes había sido convocado en el mencionado santuario el mismo día primero de abril, fecha más conveniente para hacer compatibles las obligaciones apostólicas con la efemérides y poder así celebrar el Domingo de Ramos en las respectivas parroquias.
Como hemos dicho, nada de esto será posible, por razones de conocimiento público y totalmente ajenas a nuestra voluntad.
Los invitamos, sin embargo, a no dejar pasar sin más esta fecha. Proponemos que en el seno de cada familia donde palpite el ideal de la argentina católica se celebren fervososamente estos quinientos años. Ya que no es posible, en general, la asistencia a misa, les sugerimos que en cada hogar cristiano de la Argentina reservemos un tiempo espiritual el próximo primero de abril. Que con una fuerte impronta eucarística, en la intención, al menos y como nos sea humanamente posible, demos gracias a Dios Nuestro Señor por permitir, en medio de las duras alternativas de la historia y especialmente del momento presente, que el sacramento de Jesucristo, Verbo Divino hecho carne verdadera real y substancialmente entre nosotros como hace cinco siglos, siga constituyéndose en el fundamento real de un pueblo que se reconoce ante todo como hijo de Dios por designio providencial ya proclamado en los momentos fundacionales de nuestra historia como nación.
Pedimos a Jesucristo, Señor de la historia, una especial bendición para nuestra nación en este glorioso día de conmemoración.
Rvdo.P.Luis González Guerrico Dr. Antonio Caponnetto
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