Es hoy. Una injusta Víctima y un Holocausto sangriento. Como todos los días, y siempre, y por la eternidad.
"...la ofrenda de la tarde fue la pasión del Señor, la cruz del Señor, la oblación de la VÍCTIMA saludable, el HOLOCAUSTO acepto a Dios. Aquella ofrenda de la tarde se convirtió en ofrenda matutina por la resurrección. La oración brota, pues, pura y directa del corazón creyente, como se eleva desde el ara santa el incienso. No hay nada más agradable que el aroma del Señor: que todos los creyentes huelan así.
Así, pues, nuestro hombre viejo —son palabras del Apóstol— ha sido crucificado con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado."
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos (Salmo 140, 4-6: CCL 40, 2028-2029)
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