Mostrando entradas con la etiqueta Traditionis custodes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Traditionis custodes. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de mayo de 2022

LA TRADICIÓN SEGÚN LA FSSP Y LA FSSPX

 La benevolencia mostrada por el Santo Padre a la Fraternidad San Pedro (FSSP), por el indulto concedido en relación a Traditionis custodes, ¿da la razón a quienes quisieron "mantener la Misa tradicional dentro del perímetro visible de la Iglesia"? ¿Y el hecho de que la Fraternidad San Pío X (FSSPX-HSSPX) siga celebrando esta Misa fuera de este "perímetro visible" constituye un cisma?

1. El sitio Claves.org es el órgano oficial de la Fraternidad San Pedro, el equivalente de La Porte Latine para el Distrito de Francia de la Fraternidad San Pío X. En la sección titulada "Teología", el Padre Louis-Marie de Blignières, de la Fraternidad San Vicente Ferrer, publicó recientemente una serie de "Entrevistas sobre el verano de 1988". La tercera entrevista, publicada en la página, el 28 de abril de 2022, se titula "¿Por qué no seguimos las consagraciones?"

*

2. Toda la explicación del Padre dominico se basa en un solo presupuesto: seguir las consagraciones, es decir, aprobar el acto realizado por Monseñor Lefebvre el 30 de junio de 1988, equivaldría a no mantener la comunión jerárquica con la Santa Sede de Roma. Concedido esto, todo lo demás se sostiene. 

Si las consagraciones episcopales del verano de 1988 representan un acto de carácter cismático, está claro que los sacerdotes y los fieles del movimiento conocido como "Ecclesia Dei" tienen razón.

Los otros aspectos del planteamiento que los condujo a intentar obtener de Roma un régimen favorable a la Tradición, sus intenciones personales, sus preocupaciones y sus dolores, son evidentemente secundarios y accidentales con respecto a este supuesto principal.

Y, desde luego, tampoco es sobre estos aspectos secundarios, sino más bien sobre este presupuesto principal, que se sustenta la evaluación crítica de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la razón precisa de su profunda divergencia con dicho movimiento. Cualquier otra cosa sería solo un malentendido.

*

3. El Padre de Blignières demuestra inmediatamente su premisa. "Lo que queríamos", escribe, "era claro y difícil: mantener la Misa tradicional dentro del perímetro visible de la Iglesia, para usar una expresión de Jean Madiran, es decir, en comunión jerárquica".

Todo sucedió entonces –al menos en la mente del Padre– como si, por sí solas, las consagraciones episcopales del 30 de junio de 1988 hubieran socavado esta comunión y excluido a Monseñor Lefebvre y a sus fieles del perímetro visible de la Iglesia.

Sin embargo, en el n° 1 del motu proprio Ecclesia Dei afflicta, por el que el Papa Juan Pablo II valora oficialmente el significado de estas consagraciones, estas últimas son presentadas por la Santa Sede como motivo de tristeza para la Iglesia, porque consagran el fracaso de todos los esfuerzos realizados hasta ahora por el Papa "para asegurar la plena comunión de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la Iglesia".

Por lo tanto, está claro que, según la opinión de Juan Pablo II, no fueron las consagraciones del 30 de junio de 1988 las que socavaron la comunión de la Fraternidad con la Iglesia. El problema de la "plena comunión" había surgido desde antes -"hasta ahora"- y no fueron las consagraciones realizadas por Monseñor Lefebvre las que suscitaron esta dificultad de larga data.

Los números siguientes, 3 y 4, establecen una distinción entre el alcance del acto consagratorio, tomado en sí mismo (en el n° 3) y las razones mucho más profundas que constituyen el origen de la disputa que opone a la Fraternidad y a la Santa Sede (en el n° 4). Porque, según dice este número 4, "la raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición".

En ese verano del año de gracia de 1988, son, por tanto, dos concepciones opuestas de la Tradición –y por tanto del bien común de la Iglesia– las que se enfrentan.

*

4. Todo depende, pues, no de las consagraciones, sino del Concilio Vaticano II, es decir, del ecumenismo, la colegialidad y la libertad religiosa. Monseñor Lefebvre lo explicó suficientemente, en muchas ocasiones y especialmente en la homilía del 30 de junio de 1988, donde ya respondía al reproche que le sería lanzado dos días después.

"Me parece oír, mis queridos hermanos, me parece oír las voces de todos estos Papas desde Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, diciéndonos: desde el Concilio, lo que hemos condenado es lo que ahora las autoridades romanas adoptan y profesan. ¿Cómo es posible esto? 

"Hemos condenado el liberalismo, el comunismo, el socialismo, el modernismo, el sillonismo. Todos estos errores que hemos condenado resulta que ahora son profesados, adoptados, sostenidos por las autoridades de la Iglesia. ¿Es posible esto?" 

La "noción contradictoria de la Tradición" es, por lo tanto, atribuible a la Roma actual, a esta llamada Roma "conciliar" por el hecho mismo de que se convirtió en la representante del Concilio Vaticano II, cuyas enseñanzas son contrarias a la Tradición de la Iglesia.

Y si esta noción "contradictoria" de la Tradición es la raíz profunda del cisma, este último está actualmente en Roma, en esa Roma de hoy que rompe con la Roma de siempre. El cisma no puede estar en Ecône, que se desmarca de esta Roma actual permaneciendo fiel a la Roma de siempre.

Juan Pablo II bien puede decir que "nadie puede permanecer fiel a la Tradición rompiendo el lazo eclesial con aquel a quien Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia": este reproche fue lanzado contra Monseñor Lefebvre por el mismo que rompió primero el famoso lazo eclesial, al liberarse de las enseñanzas de sus predecesores.

¿Cómo podía Juan Pablo II pretender permanecer en comunión con los Papas León XIII, San Pío X, Pío XI y Pío XII realizando dos veces (1986 y 2002) la escandalosa ceremonia de Asís? El principio mismo de este enfoque ecuménico e interreligioso es condenado explícitamente por la encíclica Mortalium animos del 6 de enero de 1928, apenas sesenta años antes de las consagraciones de Ecône.

*

5. Por tanto, es fácil disipar el otro aspecto de la culpa en la que aparentemente incurrió Monseñor Lefebvre. Se dice que su noción de la Tradición es "incompleta" porque no tiene suficientemente en cuenta "el carácter vivo de la Tradición". En realidad, esta Tradición viva no existe. Es una contradicción en los términos y es una de las invenciones del Concilio Vaticano II, rompiendo con todo el Magisterio anterior de la Iglesia.

El motu proprio cree poder justificar esta idea distorsionada de una Tradición viva apoyándose en el famoso n° 8 de la constitución Dei Verbum, que establece la confusión entre la Tradición, que es la transmisión de las verdades reveladas por Dios, realizada por la Magisterio, y la percepción de estas mismas verdades por parte de los fieles que las reciben de la predicación del Magisterio.

Una cosa es la transmisión, y otra la percepción de lo que se transmite. La percepción tiene lugar, y cada vez mejor; progresa, con eficacia y, sobre todo, gracias a la predicación del Papa y de los obispos.

Pero la transmisión no avanza en el sentido de que la Iglesia no posee todavía definitivamente la plenitud de la verdad. Con esta concepción evolutiva de la Tradición viva, el Concilio abrió la puerta a "la hermenéutica de la reforma", de la que Benedicto XVI se convirtió en teórico en su Discurso del 22 de diciembre de 2005 [1].

*

6. Esta es la razón profunda por la que la Santa Sede condenó a Monseñor Lefebvre y su obra, y por la que el Padre de Blignières y sus discípulos se negaron a seguir las consagraciones: la definición de la Tradición y del Magisterio.

El n° 5 del motu proprio que fundó la Pontificia Comisión del mismo nombre declara que "las amplias y profundas enseñanzas del Concilio Vaticano II requieren un nuevo empeño de profundización, en el que se clarifique plenamente la continuidad del Concilio con la Tradición, sobre todo en los puntos doctrinales que, quizá por su novedad, aún no han sido bien comprendidos por algunos sectores de la Iglesia".

Por tanto, es la idea de Tradición viva, aplicada en Vaticano II, en todas sus consecuencias, la que impide "seguir las consagraciones" y la que exige la adhesión de los fieles y de los sacerdotes en cuyo beneficio el Papa instituye esta nueva Comisión.

*

7. Esta idea conciliar y modernista de la Tradición viva es la causa fundamental de la división que aún se vive entre los católicos de la Tradición. Y, en definitiva, la verdadera razón por la cual el Padre de Blignières y sus amigos no quisieron seguir las consagraciones, es que no comprendieron toda la nocividad de este nuevo concepto, y prefirieron "mantener la Misa tradicional" dentro del perímetro visible de una obediencia muy mal entendida.


Padre Jean-Michel Gleize


El Padre Jean-Michel Gleize es profesor de apologética, eclesiología y dogma en el seminario San Pío X de Ecône. Es el principal colaborador del Courrier de Rome. Participó en las discusiones doctrinales entre Roma y la FSSPX entre 2009 y 2011.

[1] Cf. el artículo "Magisterio o Tradición Viva" del Courrier de Rome de febrero de 2012.

Fuente: La Porte Latine - FSSPX.Actualités

domingo, 27 de febrero de 2022

Jefe de liturgia del Vaticano: la Misa Tradicional y el Novus Ordo tienen eclesiologías opuestas

Intro: Aquí podremos ver claramente que la cuestión litúrgica es sobre todo doctrinal. El obispo Roche, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es un hereje y ya no lo oculta. En el puesto que ocupa, lo que dice ya resulta gracioso. Hasta el punto de querer dejar totalmente obsoleto lo precedente en cuanto a la liturgia, hace gala de una grotesca "hermenéutica de la ruptura" modernista. El obispo Roche (de quien nada se edificará sobre su nombre) representa la decadencia de Roma. Que los muertos entierren a los muertos. (Traducciones, resaltados y comentarios en rojo nuestros). 
______________________________________________________

 Jefe de liturgia del Vaticano: Misa en latín es solo una 'concesión pastoral' no alineada con la Iglesia posterior al Vaticano II

_____________________________________________________________

El arzobispo Roche describió la misa tradicional en latín como "no la norma" en la vida de la Iglesia y de alguna manera fuera de sintonía con el "mandato dado a toda la Iglesia por el Concilio Vaticano II".


CIUDAD DEL VATICANO ( Varios ) – El jefe de liturgia del Vaticano, el arzobispo Arthur Roche (foto), describió la misa tradicional en latín como simplemente “una concesión pastoral” otorgada por el Papa Francisco, sugiriendo que no estaba en línea con los cambios fundamentales que introdujo el Concilio Vaticano II en la Iglesia Católica. 

En una entrevista reciente con The Tablet, el Arzobispo Roche , Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (CDW), discutió el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco , y la posterior Responsa ad dubia de la CDW, las cuales afectaron restricciones a la Misa tradicional en latín. Sus comentarios han sido descritos como reveladores de la liturgia posterior al Vaticano II para representar una "eclesiología opuesta" a la Misa tradicional.

“Está claro que el Papa Francisco, junto con sus predecesores, tiene un gran cuidado con aquellos que lo encuentran difícil y, por lo tanto, todavía es posible usar el Misal de 1962”, dijo Roche en respuesta a si Francisco deseaba ver desaparecer la Misa en latín. . “Pero no es la norma”, agregó. “Es una concesión pastoral”. 

En cuanto a si la misa en latín eventualmente desaparecería, Roche respondió que "no está dentro de mi capacidad de ver". Dijo que el objetivo de Traditionis Custodes era “acercar a la gente 'a una comprensión de lo que el Concilio requería'”.

¿Es la Misa en latín 'incompatible' con el Concilio Vaticano II?


Al resumir los comentarios de Roche, Christopher Lamb de The Tablet escribió que el arzobispo enfatizó que “una base teológica profunda” subyacía a las restricciones del Papa sobre la Misa tradicional.

“No se trata de que algunos católicos tengan una preferencia personal por el latín. Va al corazón de cómo la Iglesia se ve a sí misma y su misión. Se trata del viejo dicho, Lex Orandi, Lex Credendi : cómo rezamos, es cómo creemos”.

Matt Gaspers, editor gerente de Catholic Family News, destacó este comentario y sugirió que Roche “confirma una vez más que la nueva eclesiología del Vaticano II es fundamentalmente incompatible con la eclesiología tradicional expresada a través de la TLM (Misa Tradicional en Latín)”.

 Refiriéndose al documento del Vaticano II sobre la iglesia, Lumen Gentium , Lamb señaló cómo Roche vio el documento del concilio como un “alejamiento de un modelo de la Iglesia como una 'sociedad perfecta' a la noción bíblica de la Iglesia como el Pueblo peregrino de Dios."

Redoblando su tema de que el Vaticano II había dado paso a un cambio irrevocable en la Iglesia, Roche afirmó que la idea de que “las cosas cambiarán bajo un nuevo pontificado no solo está fuera de lugar sino que revela una enorme ignorancia sobre el mandato dado a toda la Iglesia por el Segundo Concilio Vaticano”. 

“Estar en contra de Pedro es un acto asombroso, lleno de arrogancia”, agregó Roche. (n: ¿y cuando este papa desautoriza a anteriores Papas, qué es?)

Roche: 'falta' formación en el seminario ya que los nuevos sacerdotes pronto recurren a la misa tradicional


El arzobispo de 69 años también afirmó que la liturgia posterior al Vaticano II es mucho más "rica" ​​que la Misa en latín (n: rica en vulgaridad, inmanentismo, desacralización, protestantización), y dijo que dio lugar a una "mayor sensibilidad" a las situaciones de las personas (!!!). Tal resultado se debió al Papa Pablo VI, dijo Roche, quien, según los archivos de CDW, pasaba horas todas las noches examinando el tema litúrgico presentado luego del Concilio.

Esta “reforma” de la liturgia no había sido “completamente entendida”, lamentó Roche. 

La formación de los seminarios era "muy deficiente", agregó, lo que demuestra al hacer referencia a "fuertes corrientes que presionan por un regreso a los estilos de vestimenta y liturgia anteriores al Vaticano II" dentro de los seminarios. (n: "no entran ni dejan entrar a los que quisieran")

Parafraseando a Roche, Lamb agregó que "no es raro que los sacerdotes recién ordenados que salen de los seminarios en el mundo occidental comiencen casi de inmediato a celebrar la Misa Tridentina". Por esto, que Roche atribuye a la “falta” de formación, la CDW insta a los seminarios a promover la “riqueza de la reforma litúrgica exigida por el Concilio Vaticano II”.

Roche dijo que el CDW, actuando sobre la "preocupación" del Papa Francisco, está redactando un documento que prepara normas sobre la formación del seminario.

El resurgimiento de la misa en latín 'no podía tolerarse' mientras el Vaticano II 'cambiaba' la Iglesia


Descrito por Lamb como "el bateador inicial del equipo de liturgia: capaz de defender su wicket frente a un furioso ataque de bolos rápidos, mientras acumula carreras constantemente y golpea el límite extraño", Roche defendió firmemente el ataque del Papa a la liturgia tradicional. . 

La veracidad de la encuesta mundial de obispos de la CDF, utilizada para defender la Traditionis Custodes sobre las supuestas respuestas negativas de que la Misa en latín estaba causando "división", ha sido fuertemente cuestionada desde entonces . Pero refiriéndose a la encuesta, Roche dijo que el resurgimiento visible de la Misa en latín y la “promoción de volver a lo que existía antes del Concilio Vaticano II” no fueron bienvenidos en el Vaticano. 

“No se podía tolerar porque el Concilio había cambiado la forma en que vamos hacia adelante. Eso es solo un asunto simple”. (nno es simple, hace falta perder la Fe o debilitarse mucho para que una persona con buena formación no pueda distinguir las ventajas de la Misa de Siempre)

Los obispos, afirmó Roche, expresaron “alivio” cuando se publicó Traditionis Custodes , una declaración que no está respaldada por ningún pronunciamiento público desde que se publicó el motu proprio .

La entrevista de Lamb con Roche se realizó antes del anuncio de que el Papa Francisco se había reunido con los superiores de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP) para confirmar que "no estaban afectados" por sus restricciones "generales" sobre la misa en latín. 

Roche mostrando Novus Ordo y Misa Tridentina: representan 'dos ​​eclesiologías opuestas'


Los comentarios de Roche en la entrevista ya han causado consternación entre los fieles católicos. El colaborador de NLM, Matthew Hazell , discrepó con una serie de puntos. “La afirmación de Roche de que Pablo VI revisó todos los nuevos textos litúrgicos 'página por página' es, al igual que su afirmación de que 'el 90% del Misal antiguo está en el Misal nuevo', demostrablemente falsa”, escribió Hazell.

Hazell ha compilado investigaciones que contradicen la afirmación de Roche de que el Novus Ordo es "más rico" que la Misa tradicional, mostrando que solo el "13%" de las oraciones de la Misa en latín se usan sin cambios en el Novus Ordo. Mientras que otros se incluyeron después de haber sido modificados, un total del 52,6% de las oraciones de la Misa tradicional “han sido eliminadas de la liturgia moderna”.

Por su parte, Gaspers comentó que “una vez más, el arzobispo Roche ha confirmado que la nueva 'eclesiología del Vaticano II' (ITC, Synodality in the Life and Mission of the Church , nn. 42, 71) es fundamentalmente incompatible con la eclesiología tradicional de la Iglesia, que se expresa tan claramente en la Misa Tradicional en Latín”.

Al comentar con LifeSiteNews, Gaspers señaló que “según las Escrituras y la Tradición (tal como las entiende y enseña el Magisterio), la Iglesia es la sociedad visible , jerárquica , perfecta y sobrenatural fundada por Jesucristo, el Verbo Encarnado, para la salvación y la santificación de todos los hombres.” 

“Cualquiera que esté familiarizado con la Misa Tradicional sabe que manifiesta maravillosamente todas estas características de múltiples maneras”, dijo.

“Por sus esfuerzos para erradicar la Misa Tradicional, Roche y el Cardenal Cupich están admitiendo que la Misa Tradicional y la Misa Novus Ordo de Pablo VI representan dos eclesiologías opuestas, dos visiones diferentes de la naturaleza misma de la Iglesia. Esta es una admisión monumental de su parte”.

Lo mejor para el final ? Si la misa tradicional ya no es una opción seria a los ojos de Monseñor Roche, que se posiciona como portavoz del Papa Francisco, hay opciones litúrgicas que cuentan con todas sus simpatías. Como explica Christopher Lamb:

La oficina de Roche también es responsable de supervisar las adaptaciones o usos del Rito Romano para diferentes países. Sigue el llamado del Vaticano II a "variaciones y adaptaciones legítimas" dentro del mismo rito. En el sínodo sobre la Amazonía de 2019, los obispos solicitaron adaptar la liturgia para incluir las tradiciones y los símbolos de esta región, como se hizo con el uso zaireño del rito romano, utilizado en el África subsahariana. "Hemos pasado los últimos 50 años traduciendo, la siguiente fase será la adaptación ", dice Roche. Lo describe como una “cuestión delicada” .


miércoles, 23 de febrero de 2022

Las sociedades Ecclesia Dei, treinta años después

Creada en 1988 por el Papa Juan Pablo II tras la consagración de cuatro obispos por el arzobispo Lefebvre, la  Comisión Ecclesia Dei  tenía la misión oficial de "facilitar la plena comunión eclesial" de aquellos que luego se separaron de la Fraternidad fundada por el arzobispo Lefebvre, "preservando sus tradiciones espirituales y litúrgicas”.

Monseñor Lefebvre había desvelado su misión no oficial: la  Comisión Ecclesia Dei, había explicado con clarividencia, “es responsable de la recuperación de los tradicionalistas para someterlos al Concilio” [1] . El tiempo le ha dado amplia razón.

Para obtener el reconocimiento canónico de la Iglesia Conciliar, las  comunidades Ecclesia Dei  han acordado guardar silencio sobre los errores y escándalos doctrinales de la jerarquía eclesiástica, incluso para justificarlos. No denuncian la nocividad de la nueva misa, del nuevo código de derecho canónico, del diálogo interreligioso, de la libertad religiosa, etc., y su contradicción con la enseñanza tradicional de la Iglesia. Este silencio es el precio a pagar para ser reconocido oficialmente y poder ejercer un ministerio en las diócesis.

En privado, algunos miembros de estas comunidades reconocen los estragos del modernismo triunfante en la Iglesia. Pero en público callan sobre las causas de la destrucción de la fe en las almas, que sin embargo tienen, como todo sacerdote, el deber de denunciar y combatir.

Monseñor Lefebvre ya lo pronosticaba: “Cuando dicen que no han renunciado a nada, no es verdad. Dejaron ir la posibilidad de contrarrestar a Roma. Ya no pueden decir nada. Deben callar dados los favores que les han sido concedidos. Ahora les es imposible denunciar los errores de la Iglesia conciliar” [2] .

Si no dijeron  explícitamente: aceptamos el Concilio y todo lo que Roma profesa actualmente, implícitamente lo hacen. Al ponerse enteramente en manos de la autoridad de Roma y de los obispos, se verán prácticamente obligados a llegar a un acuerdo con ellos” [3] .

El mecanismo de deriva

Cuando se da una enseñanza que, sin aprobar positivamente los errores modernistas, ya no los condena, poco a poco degenera el juicio sobre la crisis de la Iglesia. Este compromiso conduce inevitablemente a relativizar el alcance de los errores modernistas, a dejar de distinguir claramente entre el error y el mal.

Dom Gérard, superior del monasterio de Barroux, había declarado que el reconocimiento de su monasterio por Roma no iba acompañado de “ninguna contrapartida doctrinal o litúrgica”, y que “no se impondría silencio a su predicación antimodernista” [4] . La caída fue rápida. Unos años más tarde, el monasterio de Barroux se convirtió en el defensor del Concilio Vaticano II y de la libertad religiosa. En 1993 publicó un libro  ¡Sí! el Catecismo de la Iglesia Católica es Católico! en respuesta a la Fraternidad San Pío X que vio en él la presentación de la fe de la Iglesia Conciliar. Y Dom Gérard declarará: “Aceptamos todo el Magisterio de la Iglesia, de ayer, de hoy y de mañana ” [5] .

Esto se debe a que es muy difícil mantener la integridad en un entorno contaminado. El hombre está profundamente influido por el entorno en el que vive. Hay una ley inscrita en lo más profundo de la naturaleza humana, el hombre hecho para vivir en sociedad.

Los sacerdotes son especialmente silenciados por los engranajes de la maquinaria eclesiástica. El sacerdote reunido se debate entre su deseo de hacer el bien y su obediencia al obispo local y al Papa. Sus sermones necesariamente se ven afectados por esto. Su prensa y revistas también. Por su sumisión pública a la jerarquía, engañan a las almas haciéndoles creer que la situación de la Iglesia es normal; no dicen públicamente que la Iglesia conciliar pone en peligro la fe de los fieles; no predican que la nueva misa es mala, peligrosa para la fe. De hecho, estas sociedades prefieren la Misa tradicional, pero no por razones de fe; admiten la legitimidad del nuevo rito, y que la verdadera misa es la forma "extraordinaria" del rito romano.

"Como somos"

El Superior de la Fraternidad de San Pedro en Francia declaró hace algunos años: "Qué estímulo vernos así aceptados por la Iglesia, por boca del Sumo Pontífice, tal como somos, tal como fuimos fundados, tal que fueron reconocidos cuando la Santa Sede nos erigió como sociedad de vida apostólica de derecho pontificio” [6] .

“Aceptados como somos” es lo que él quiere creer, pero desde el principio fueron aceptados como Roma esperaba que eventualmente llegaran a ser.

Ya en 1988 el Cardenal Decourtray, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, declaró a todos sus colegas: “Está claro que deben avanzar en el camino de la verdadera adhesión al Concilio en su totalidad” [7] .

Roma es paciente, se tomó su tiempo, el de una generación. Aquí nuevamente Monseñor Lefebvre había dicho: “Irán suavemente, despacio, pero seguro” [8] .

En 2021, una nueva etapa

En un artículo anterior, vimos la decisión tomada por el Papa Francisco el pasado mes de julio [9]  de restringir y marginar al máximo la celebración de la Misa tradicional.

Francisco recuerda que la celebración del rito antiguo está subordinada a la plena y total adhesión al Concilio Vaticano II y a todo el magisterio posconciliar, que es un imperativo para todos. Los obispos deberán asegurarse de que los grupos que todavía estarán autorizados a usar el rito antiguo “no excluyan la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, de las disposiciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Soberanos Pontífices” [10 ] . Los sacerdotes y las sociedades que, por concesión, todavía mantienen la Misa tradicional, deben dar señales tangibles de alineación, por ejemplo, participando en los servicios con la Misa nueva.

El Papa Benedicto XVI ya lo había dicho claramente: “Para vivir la plena comunión, los sacerdotes de las comunidades que se adhieren a los usos antiguos no pueden, por principio, excluir la celebración según los libros nuevos. La exclusión total del nuevo rito no sería coherente con el reconocimiento de su valor y de su santidad” [11] . La diferencia con Francisco es que él es autoritario y toma los medios para ser obedecido.

En cuanto a los obispos, quieren que estas comunidades sean más “solubles” en la realidad y en la vida de las diócesis.

La reacción de las sociedades afectadas

Uno de los efectos producidos por el motu proprio, y que ciertamente lo pretendía, fue producir por parte de las  sociedades Ecclesia Dei  un concierto de adhesión al Concilio Vaticano II y un reconocimiento, no sólo de la vigencia, sino también del bondad del  novus ordo. Esta aprobación debilita aún más la situación de estas sociedades, y hace cada vez más difícil cualquier crítica al Concilio, o incluso su negativa a celebrar o concelebrar la nueva misa de vez en cuando.

La situación vivida por la Fraternidad San Pedro de Dijon , donde la exigencia de la concelebración fue esgrimida por el obispo, Mons. Roland Minnerath, para justificar la exclusión de la sociedad de la diócesis, corre peligro de reproducirse.

Una diócesis observada con atención en Francia, la de París, ha trazado su curso de acción. Por carta del 8 de septiembre, el arzobispo Mons. Michel Aupetit fijó las reglas para la aplicación del motu proprio  Traditionis custodes  en su diócesis. Reduce drásticamente el número de santuarios en los que ahora se puede celebrar la misa tradicional: solo cinco iglesias en la capital, cuando hasta ahora se celebraba en una quincena de lugares. “Los sacerdotes que han recibido de mí la misión escrita podrán celebrar allí según la forma antigua. Y añade: "Quisiera, para promover aún más la comunión, que los sacerdotes llamados estén abiertos a los dos misales". Claramente, esto significa la celebración, al menos ocasionalmente, de la nueva misa.

¿Cuál será el destino de las  comunidades Ecclesia Dei  ?

Los “eclesiásticos” han dado muchas muestras de sumisión, llegando incluso a justificar la libertad religiosa o la reunión de Asís, alabando a “San” Juan Pablo II…: nada ayuda. Cualesquiera que sean las concesiones que se le hagan a la Revolución, las promesas que se le hagan, nunca se satisfacen. Siempre quiere más, y aplasta a quienes creen que pueden colaborar con ella, mostrando su desconocimiento de los procesos revolucionarios.

Al ver que la trampa se cierra, ¿los  Institutos Ecclesia Dei  se recuperarán? ¿O, para salvar la cabeza, se agacharán un poco más? Desgraciadamente su actitud durante treinta años deja pocas esperanzas.

Reunidos el 31 de agosto, doce superiores de estos Institutos establecidos en Francia firmaron una carta conjunta en la que expresaban su reacción al motu proprio  Traditionis custodes  del Papa Francisco.

Proclaman su adhesión al Magisterio del Vaticano II y posteriores, y se dirigen a los obispos de Francia, en un lenguaje patético y lloroso, para implorar su comprensión y su misericordia. Ni una palabra  sobre la nocividad fundamental de la nueva misa de Pablo VI. Ni una palabra sobre los amargos frutos del Concilio. Ni una palabra sobre la espantosa aceleración de la crisis en la Iglesia bajo el Papa Francisco” [12] .

Para preservar la Misa tradicional, los doce superiores reclaman el “carisma” propio de sus sociedades, que les autoriza a hacer excepciones. Pero si queremos la Misa tradicional, no es egoístamente para nosotros, ¡es para toda la Iglesia! Y luchamos no sólo por la Misa tradicional, sino por la fe católica, la doctrina inmutable, la moral y los sacramentos de todos los tiempos, y por tanto contra los errores que se le oponen.

La situación actual nos muestra una vez más que la única posición verdadera y sólida es la de la Fraternidad San Pío X. Una posición que no varía es lo que le da credibilidad.

Padre Hervé Gresland

Fuente: La Corona de María n°103

Visto: La Porte Latine 

Notas al pie:

1 - Entrevista con Radio Courtoisie, 22 de noviembre de 1989.

2 - Entrevista con el arzobispo Marcel Lefebvre,  Fideliter  n° 79 de enero-febrero de 1991. 

3 - Conferencia en Flavigny, diciembre de 1988; Fideliter  n° 68, marzo-abril 1989. 

4 - Declaración de 18 de agosto de 1988. 

5 - West-France  del 11 al 12 de febrero de 1995.

6 - Padre Ribeton, sermón del 16 de noviembre de 2013, con motivo del 25° aniversario de la Fraternité Saint-Pierre. 

7 - Discurso ante la asamblea plenaria de obispos en Lourdes, 22 de octubre de 1988. 

8 - Conferencia en Flavigny, diciembre de 1988; Fideliter  n° 68, marzo-abril 1989.

9 - Por el motu proprio  Traditionis custodes  del 16 de julio.

10 - Artículo 3 § 1 del motu proprio. 

11 - Carta a todos los obispos, 7 de julio de 2007. 

12 - Abbé Gleize,  La Porte Latine , 3 de septiembre de 2021. 

domingo, 13 de febrero de 2022

Pagliarani, imperdible

 Mantener la Tradición y transmitirla

"NO SE PUEDE QUERER AL MISMO TIEMPO EL BIEN DE LAS ALMAS A TRAVÉS DE LA TRADICIÓN Y UNA NUEVA IGLESIA SIN TRADICIÓN". 
Transcripción completa de la conferencia que impartió Don Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, al final del XVI Congreso de Teología del Courrier de Rome, en colaboración con DICI, el 15 de enero de 2022, en París.
*
Desde luego estamos en un momento crucial, un momento que es a la vez triste y lógico. Estamos llegando a un punto que era predecible. Es verdad que la Fraternidad San Pío X no se ve directamente afectada por el motu proprio Traditionis custodes por las razones que ustedes conocen, pero, de hecho, debido a la nueva situación que se ha creado, nunca como hoy la postura de la Fraternidad San Pío X se presenta como la única viable y que resiste la prueba.

No soy la persona más adecuada para decirlo, pero hay hechos que son objetivos y obvios.

¿Por qué? Porque los institutos Ecclesia Dei, que se ven directamente afectados por este motu proprio, no son la Fraternidad San Pío X, es verdad; pero ellos existen porque existe la Fraternidad San Pío X. Desde un punto de vista general, su origen, está vinculado de una manera u otra a la historia de la Fraternidad, y dependen de ella, al menos indirectamente. Hoy esta nueva situación subraya aún más el alcance del papel de la Fraternidad y su misión. Y también, inevitablemente, la necesidad de una tradición integral.

La tradición es un todo, porque la fe es un todo. Ahora nos damos cuenta más que nunca de la necesidad de que la profesión de esta fe sea libre. La verdadera libertad de los hijos de Dios es en primer lugar la libertad de profesar la fe.

La oposición del Papa Francisco

Aquí abro un paréntesis. Inevitablemente vamos a hablar de los institutos Ecclesia Dei, y quiero dejar claro que, a nivel personal, no tengo nada en contra de las personas que pertenecen a estos institutos, ya se trate de fieles o de miembros. Estamos completamente fuera de esta perspectiva de oposición personal. A nivel humano, en todas partes hay gente amable y gente insoportable. Esto es algo que se aplica a toda la humanidad y también de alguna manera a nosotros. Quiero hacer esa observación porque me permitirá ser más libre en mi exposición.

El problema no es que la Fraternidad San Pío X podría “atacar los institutos Ecclesia Dei”. En el momento actual, es el propio Papa Francisco quien parece estar cansado de los institutos Ecclesia Dei, y más en general de todos los sacerdotes que están unidos a la Misa Tridentina. Y esto nos ofrece precisamente una oportunidad para retroceder en el tiempo y repasar el comienzo de Ecclesia Dei. Aquel texto del 2 de julio de 1988 [1] contiene la condena de la Fraternidad San Pío X y de Mons. Lefebvre, y se acerca a los institutos Ecclesia Dei.

A pesar de que es un texto muy conocido, vale la pena que leamos algunos fragmentos para comentarlo a la luz de los últimos acontecimientos.

El motu proprio Ecclesia Dei adflicta

En primer lugar, trae la razón teológica por la que fueron condenados Mons. Lefebvre y la Fraternidad: “La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que –como enseña claramente el Concilio Vaticano II– arranca originariamente de los Apóstoles, “va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”.

“Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia”.

Ese es el problema.

Aquel acto de Mons. Lefebvre en 1988 –como toda la historia de la Fraternidad San Pío X–, constituye un acto de fidelidad a la Iglesia; y un acto de fidelidad al Papa, a la jerarquía y a las almas. Independientemente de lo que las autoridades romanas puedan o no decir, pensar o no pensar.

Por otro lado, ¿a dónde se llega con la noción de Tradición viva? En 1988 era difícil predecirlo. Pero ahora llegamos a Amoris Laetitia, al culto de la Tierra y a la Pachamama. Y hay otras consecuencias que aún no conocemos, porque con esta noción evolutiva de tradición, noción dinámica, se puede llegar a cualquier resultado. Se trata de otra dimensión; es aislarse de la Tradición que se arraiga en los Apóstoles y en el Apocalipsis, y que es en sí misma una fuente de Revelación.

Un poco más adelante, en el mismo texto, encontramos la mano tendida por el Sumo Pontífice Juan Pablo II a los que se convertirían en la “Ecclesia Dei”:

“Deseo sobre todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. Todos deben saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia.

A todos esos fieles católicos que se sienten vinculados a algunas precedentes formas litúrgicas y disciplinares de la tradición latina, deseo también manifestar mi voluntad –a la que pido que se asocie la voluntad de los obispos y de todos los que desarrollan el ministerio pastoral en la Iglesia– de facilitar su vuelta a la comunión eclesial a través de las medidas necesarias para garantizar el respeto de sus justas aspiraciones”.

Aquí vemos el problema: la unidad se hace en la fe. Y la unidad no se puede lograr con un indulto, un privilegio que apunta para unos a una cosa y para otros a lo contrario. Para unos, sacerdotes y fieles que quieren de alguna manera mantener la Misa Tridentina y la Tradición; pero para las autoridades romanas –que ahora lo admiten abiertamente– es una forma de hacerlos llegar gradual y completamente a la “Iglesia conciliar”, a la forma de pensar propia de la Iglesia de hoy. Todo esto fue establecido y se prometió a la luz del protocolo firmado el 5 de mayo de 1988 [2] por el cardenal Ratzinger y Mons. Lefebvre. Pero volvamos a la sabiduría del Mons. Lefebvre.

Este protocolo Mons. Lefebvre lo firmó y lo mantuvo, digamos, durante unas horas. Luego de pasar la noche en oración, entendió en la plegaria y la soledad lo que Dios esperaba de él. Quien tenía que tomar una decisión de tanta importancia frente a la historia, frente a la Iglesia y frente a las almas, entendió en la soledad y en pocas horas lo que incluso los “Ecclesia Dei” pueden entender ahora, después de más de treinta años.

“La experiencia de Benedicto XVI”

Una palabra es importante, y aunque ya se haya mencionado esta mañana, es importante volver a lo que, para simplificar, yo llamo la “experiencia de Benedicto XVI”: Summorum Pontificum [3], que ha de entenderse bien a la luz de la “hermenéutica de la continuidad”, el eje principal del pontificado de Benedicto XVI.

A la Misa Tridentina se le concedió entonces un derecho mucho más amplio, y esto permitió que muchos sacerdotes la descubrieran, y al celebrarla –hay que reconocerlo– muchos de ellos comenzaron a replantearse su sacerdocio y a preguntarse sobre el Concilio y la nueva Misa. Es precisamente este proceso el que ha asustado al Vaticano. Pero la perspectiva de aquel motu proprio, que se mantuvo tambaleante, se basaba en un error: dos formas de un mismo rito y, sobre todo, añadiría yo, la ilusión de mejorar algo en la crisis actual sin cuestionar las causas de la crisis. Tal fue el error de Benedicto XVI y el límite de aquel motu proprio: no podía funcionar. Podría funcionar por un tiempo, pero tarde o temprano tenía que conducir a lo que ha pasado.

Los errores no pueden corregirse si no se los reconoce como tales y si no se los rechaza. Esto es crucial. La hermenéutica de la continuidad ha tratado de “superar” y de cortocircuitar estos problemas. La Iglesia tiene aquí una lección para el futuro.

¿Cuántas veces también nosotros nos planteamos la pregunta de cuándo se corregirá el Concilio? ¿Habrá que rechazar el Concilio? ¿Se lo podrá olvidar? ¿Se podrá salvar todo lo que es bueno en el Concilio? Porque el Concilio no contiene solamente errores... Aquí tenemos que ser realistas. Es verdad que el Concilio no contiene sólo errores, pues es metafísicamente imposible. El error siempre se mezcla con la verdad. Pero seamos honestos y realistas. Lo que hizo el Concilio y lo que constituye la columna vertebral del Concilio –el verdadero Concilio– es el Concilio de la nueva Misa, el Concilio del ecumenismo, el Concilio de la dignidad humana y el Concilio de la libertad religiosa. Estos elementos y errores son los que han cambiado a la Iglesia. ¡Tal es el verdadero Concilio real que ha trastocado a la Iglesia!

Todo lo demás en los documentos conciliares –simplificando un poco–, todas las citas de los Padres de la Iglesia y las citas de concilios anteriores son más bien un encuadre –en los bordes– de todos estos elementos que son los centrales. Hemos de ser honestos: hay que rechazar este Concilio real. La Iglesia no puede regenerarse si no rechazamos esto. Ya tenemos la experiencia de Benedicto XVI, que no puede tener éxito: poner la verdad junto al error, poner las dos Misas una al lado de la otra para que una pueda “fertilizar” a la otra, “la reforma de la reforma en continuidad” ... Se trata de una ilusión.

Lo sabemos. Conocemos estos principios teórica y especulativamente, y  tenemos aquí una prueba concreta extremadamente útil para el futuro.

El error y la verdad no pueden andar juntos

La Pontificia Comisión Ecclesia Dei, responsable de supervisar y guiar los institutos Ecclesia Dei, quedó abolida hace exactamente tres años, en enero de 2019. Cito la carta del Papa comunicando esta decisión:

“Considerando que en la actualidad han cambiado las condiciones que llevaron al Santo Pontífice Juan Pablo II al establecimiento de la Comisión pontificia Ecclesia Dei; constatando que los Institutos y las comunidades religiosas que normalmente celebran en forma extraordinaria han encontrado hoy su propia estabilidad de número y de vida”.

En otras palabras, los institutos Ecclesia Dei han sido suficientemente reintegrados, y por esta razón queda abolida la Comisión que se supone que debe protegerlos.

Suele citarse a menudo a Mons. Arthur Roche [4], prefecto de la Congregación para el Culto Divino, porque nunca antes una autoridad oficial había sido tan explícita y clara. En su respuesta al Cardenal Vincent Nichols [5], Arzobispo de Westminster, Inglaterra, el Arzobispo Roche le escribió :

“La mala interpretación y promoción del uso de estos textos [litúrgicos tradicionales], como resultado de concesiones puramente limitadas que otorgaron los anteriores pontífices, se ha utilizado para alentar una liturgia que se aparta de la reforma conciliar (y que, de hecho, fue abrogada por el Papa Pablo VI), y una eclesiología que no forma parte del Magisterio de la Iglesia. [...] Está claro que el comentario principal sobre la nueva ley que rige la posibilidad de conceder el uso de textos litúrgicos anteriores, a modo de concesión excepcional, y no a modo de promoción, está constituido por la carta del Papa Francisco a los obispos. También es obvio que estas concesiones excepcionales deben concederse sólo a quienes aceptan la validez y la legitimidad de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices. Todo el contenido de la nueva ley está orientado hacia el retorno y la estabilización de la liturgia tal como lo decretó el Concilio Vaticano II”. – Nos queda bastante claro.

Volvamos un poquito atrás. Recuerdo que, en 2016, el obispo encargado por Roma de negociar con la Fraternidad San Pío X había dicho: “No veo por qué se les debe imponer a ustedes el Concilio. Finalmente, a los fieles que van a Misa en la parroquia no se les pregunta si aceptan el Concilio. ¿Por qué tienen que imponérselo a ustedes?” Mons. Roche ahora dice todo lo contrario. Y, de hecho, durante una negociación, sucede que podemos escuchar cosas que no se corresponden perfectamente con la realidad, o al menos promesas que no se pueden cumplir.

¿Cuál es el punto central de todo lo que se ha dicho y destacado hoy? ¿Cuál es la intuición principal de Traditionis custodes? Se puede resumir todo en el siguiente principio: la Misa Tridentina no puede celebrarse como la expresión de la verdadera Iglesia y de la verdadera fe. Y podemos añadir: se puede conceder su celebración siempre y cuando no se celebre por lo que es en realidad. Veamos la paradoja, pues todo el problema está ahí.

Para los institutos Ecclesia Dei volvemos a la situación de 1988. Podemos decir que ahora se enfrentan a la siguiente elección. Incluso más que antes, se trata de una elección urgente entre dos opciones:

- se mantiene la libertad incondicional de profesar la fe en su totalidad, y se toman los medios proporcionados dejando que la Providencia gestione las consecuencias; tal es la elección que ha hecho la Fraternidad San Pío X con Mons. Lefebvre;

- se somete esta posibilidad [de celebrar la Misa tridentina] a la voluntad de una autoridad que va en la dirección opuesta. Y que además lo dice y lo confiesa.

Esta última opción es un callejón sin salida. Es imposible avanzar sin la unión de voluntades. No se pueden juntar dos entidades cuyas voluntades van en dos direcciones opuestas. Tarde o temprano se llega a la situación de la crisis actual. Se otorga un privilegio y se concede un indulto, creando una situación especial y tambaleante; y luego se espera la duración de una generación, por ejemplo, los últimos 30 años. Pero lo que se ha concedido, para los unos tiene un significado y apunta a un objetivo en particular; y para los otros apunta a un objetivo opuesto. No se puede querer al mismo tiempo el bien de las almas a través de la Tradición y una nueva Iglesia sin Tradición.


La historia es el alma de la vida

La historia es la maestra de la vida y de la prudencia, y los institutos Ecclesia Dei se enfrentan hoy a esta elección. Sin embargo, tienen una ventaja, y esa es la retrospectiva que Mons. Lefebvre no tenía en aquel momento. Trancurridos cincuenta años, las personas de buena voluntad cuentan con elementos adicionales para evaluar lo que está sucediendo en la Iglesia y para evaluar incluso a largo plazo las consecuencias de los principios que se han establecido.

Aquí, no podemos dejar de dedicar unas palabras a esta elección y decisión que Mons. Lefebvre tomó hace más de treinta años, en 1988, en el momento más crucial de la historia de la Fraternidad San Pío X.

No podemos explicar humanamente –con la experiencia, la sabiduría de la vida, la cultura y el conocimiento de los hombres– no podemos explicar, digo, la sabiduría de la decisión que tomó en 1988. Eso no basta. Se trata de un signo infalible de santidad, de la capacidad de ser movido por el Espíritu Santo y de ver las cosas con claridad, cuando se podrían concebir y se podrían haber tomado en consideración aún muchas otras interpretaciones.

Tener el valor de tomar tal decisión que condicionaría para siempre a la Fraternidad, a su persona y, en cierto modo, a la Iglesia y a la Tradición en la Iglesia; haber tomado aquella decisión, solo ante Dios en la oración, ¡una decisión cuya relevancia, precisión y profundidad de visión se pueden ver más de treinta años después! Todo esto no puede explicarse si no recurrimos a este don del Espíritu Santo, que es el don de consejo, mediante el cual un alma es dócil en la medida en que es santa y en que es pura. La historia, maestra de la vida, es la que nos da la respuesta.

Confiar en la exigencia de la fe

Volvamos a los institutos Ecclesia Dei. Tras la duración de una generación, como hemos dicho, ahora tienen una visión retrospectiva más que suficiente y se enfrentan a esta elección que no es entre Summorum Pontificum y Traditionis custodes. Hemos de salir de esta lógica artificial. Ahora se ha destacado una continuidad de trasfondo entre estas diferentes medidas; incluso si materialmente son muy diferentes, tienen un trasfondo común. La elección no es entre Summorum Pontificum y Traditionis custodes, entre un indulto A o un indulto B o un privilegio C. Tenemos que salir de esa perspectiva.

Se trata de elegir entre la declaración de 1974 [6]–declaración de adhesión y de fidelidad incondicional y libre a la Roma eterna– y esta concesión de un indulto particular que ya conocemos y cuyas consecuencias también conocemos todos. Aquí está el peligro de un callejón sin salida definitivo para los institutos Ecclesia Dei. No hay que apoyarse en los derechos adquiridos, sino en la exigencia de la fe.

¿Por qué? Porque se puede tener un derecho especial, un privilegio [7], se puede tener un “carisma” en la propia congregación; pero Roma puede cambiar las constituciones, y aún más, puede suprimir congregaciones: suprimió los jesuitas y suprimió la Fraternidad San Pío X, y puede suprimir sin problema –que no nombro, por respeto– otras congregaciones y otros institutos. Roma puede hacerlo. Y aunque se haya luchado durante décadas, confiando únicamente en privilegios particulares relacionados con congregaciones particulares, todo esto puede ser suprimido.

¿Qué es eterno y hace que nuestra lucha sea invencible? La fe. Verbum Domini manet in æternum (1 Ped 1, 25).

La fe es el fundamento necesario para la lucha actual, o sea, la lucha por la Tradición; y no un privilegio.

El uso instrumental de la Misa de San Pío V

Hay otro aspecto en Traditionis custodes que merece subrayarse. Es la acusación de usar instrumentalmente el misal tradicional: “Ustedes usan este misal como la bandera de otra Iglesia y de otra fe, a la que denominan la verdadera fe”. Es la acusación que está haciendo el Papa Francisco. Pero, ¿quién está haciendo un uso instrumental de este misal?

Como hemos visto esta mañana, la Misa Tridentina en sí misma, intrínsecamente, expresa otra concepción de la Iglesia, otra concepción de la vida espiritual y otra concepción del sacerdocio. Es inevitable. Precisamente por eso tuvo que ser reemplazada por otra misa, que pudiera corresponder a una nueva concepción de la Iglesia, de la vida espiritual y del sacerdocio. El uso de este misal tradicional en la Iglesia no era instrumental, sino el uso normal de la Misa, que alimenta la concepción católica de la vida cristiana.

En cambio, las autoridades romanas han hecho un uso instrumental del misal de San Pío V, sirviéndose de él para lograr sus propósitos y para dar cabida a los católicos conservadores. Pero con el misal no se juega. Con los sacramentos no se juega. No podemos decir: sí, les habíamos concedido a ustedes este misal durante treinta o cuarenta años, para hacerlos pasar gradualmente a la concepción de la corriente dominante en la Iglesia... y ahora este tiempo de viaje se ha acabado.

No se puede utilizar la Misa de esta manera. Iba a decir que es un uso homeopático, o más bien un abuso homeopático. El principio de la homeopatía es curar el mal con el principio mismo del mal, provocando en el sistema inmunológico una reacción gradual al mal que se quiere curar. Las autoridades romanas han hecho lo mismo con el misal de San Pío V, y lo reconocen. Pero no se puede jugar con esto, y no se puede usar la Misa, considerada un problema, para curar este problema entre los fieles. Se trata de un uso que se puede decir que es verdaderamente instrumental, y esto resulta inaceptable.

Sólo hay una redención

Ya podemos concluir. ¿Cómo transmitir la Tradición? ¿Cómo conservarla? ¿Cuál es el papel de la Fraternidad San Pío X?

Humanamente no somos mejores que los demás. Humanamente no merecemos más que los demás. Pero nuestra fuerza, que no está en nuestras cualidades, sino en otra parte. Nuestra fuerza está en aquello a lo que no podemos renunciar. Nuestra fuerza está en la fe y en la Tradición. Nuestra fuerza está en la Misa, y en la Misa como bandera y como estandarte de esta fe y Tradición.

En su motu proprio, el Papa Francisco dice algo que es verdad, dejando de lado otras cosas. Es verdad que la Iglesia tiene una sola Misa y es cierto que la Iglesia tiene un solo culto. Pero este culto único en la Iglesia no es la nueva Misa. Ése es el problema.

Este culto único en la Iglesia está en la Misa de siempre. ¿Por qué? Porque sólo hay una redención.

Vemos cómo, en el Antiguo Testamento, todo converge hacia la Cruz y hacia el Calvario. Toda la multitud de diferentes sacrificios que los ofrecían judíos, de una manera u otra, representa el sacrificio de la Cruz que, en su perfección única, los resume a todos. Toda la vida de nuestro Señor tiende hacia la Cruz y apunta a la Pasión: por eso tiene esta extraordinaria unidad. Si así puede decirse, toda la vida de nuestro Señor se basó enteramente alrededor de una idea: llegar a la Cruz. Y este sacrificio de la Cruz es tan perfecto que nuestro Señor lo ofrece una sola vez.

Ahora bien, la vida de la Iglesia, como la vida de cada alma en particular, no es más que la extensión de esta idea central que lo unifica todo. La vida de la Iglesia y de las almas redimidas es una por la unidad misma de la Cruz y de la redención. Sólo hay un Cristo y una Cruz a través de la cual podemos adorar a Dios y ser santificados. Por lo tanto, necesariamente encontramos esta misma unidad en la Misa, que es la aplicación de la redención a la vida de la Iglesia y a la vida de las almas. Debido a que sólo hay una redención, y que es perfecta, por eso sólo hay una manera de perpetuar esta redención y de actualizarla en el tiempo para aplicarla a las almas: sólo hay una Misa católica. No dos. Esta extensión de nuestra redención es una porque sencillamente perpetúa la intención única y central que brotaba del alma de nuestro Señor y unificaba toda su vida.

Entonces, ¿qué es lo que queremos nosotros? ¿Qué quiere la Fraternidad San Pío X? Queremos la Cruz. Queremos la Cruz de nuestro Señor. Queremos celebrar esta Cruz, y queremos entrar en el misterio de esta Cruz. Queremos hacer nuestra esta Cruz. No puede haber dos cruces, y no puede haber dos redenciones o dos misas.

¿Cuál es la alternativa a esta posible vida cristiana? La inútil y frustrante adaptación a una naturaleza humana, que en realidad es siempre la misma. En otras palabras, esta idea moderna de que hay que adaptarse a una naturaleza humana que cambia y que siempre necesita algo más. Pero esta idea es errónea. ¿Para qué? Porque las fuentes del pecado son siempre las mismas, y siempre pueden remediarse únicamente de la misma manera.

Esta mentira –porque es una mentira– de que hay que abordar y curar al hombre moderno de hoy de una manera diferente, produce frutos de mentira. Produce la desintegración de la vida de la Iglesia. Sin esta aplicación de la redención, la vida de la Iglesia pierde su principio de unidad.

En este sentido, la Misa es realmente nuestra bandera y nuestro estandarte. Y en una batalla, el estandarte es lo último que se suelta.

Hay una última cosa en que la Fraternidad ha de contribuir. Y se trata de algo crucial. Queremos esta Misa no sólo para nosotros, sino para la Iglesia universal. No queremos un altar lateral. No queremos el derecho a entrar con nuestro estandarte en un anfiteatro donde todo está permitido. ¡No!

Queremos esta Misa para nosotros y al mismo tiempo para todos. No es un privilegio lo que queremos, sino un derecho para nosotros y para todas las almas, sin distinción. Así es como la Fraternidad San Pío X sigue y seguirá siendo una obra de Iglesia. Porque tiene como objetivo el bien de la Iglesia y no un privilegio particular. Dios escogerá el momento, la modalidad, la gradualidad y las circunstancias. Pero en la medida en que depende de nosotros, queremos esta Misa ahora, incondicionalmente y para todos.

Sin entrar en una perspectiva excesivamente humana que busca un privilegio particular. Sin entrar en una negociación donde empecemos a tratar: concediéndonos una iglesia, un horario, el uso del manípulo, el bonete, la Semana Santa de San Pío X... ¡No! No queremos entrar en esa lógica.

Sólo queremos dos cosas: la fe y la Misa. La doctrina y la Cruz que nutren en el alma la vida espiritual y la vida moral. Las queremos ahora, incondicionalmente y para todos. Y si mantenemos esta perspectiva, la Fraternidad San Pío X será siempre y perfectamente una obra de Iglesia, que actúa en el corazón mismo de la Iglesia, y que no tiene otro propósito que proporcionar la salvación de las almas en la Iglesia y para la Iglesia.

Para preservar el carácter de esta conferencia, hemos mantenido el estilo oral.

 *

[1] Carta apostólica Ecclesia Dei adflicta del Sumo Pontífice Juan Pablo II en forma de motu proprio dado en Roma el 2 de julio de 1988.

“Se constituye una Comisión, con la tarea de colaborar con los obispos, con los dicasterios de la Curia Romana y con los ambientes interesados, para facilitar la plena comunión eclesial de los sacerdotes, seminaristas, comunidades, religiosos o religiosas, que hasta ahora estaban ligados de distintas formas a la Fraternidad fundada por el arzobispo Lefebvre y que deseen permanecer unidos al Sucesor de Pedro en la Iglesia católica, conservando sus tradiciones espirituales y litúrgicas, según el protocolo firmado el pasado 5 de mayo por el cardenal Ratzinger y por el arzobispo Lefebvre” (Ecclesia Dei adflicta, N°6 a).

[2] Entre el 15 de abril y el 5 de mayo 1988, Mons. Lefebvre creía que había logrado un buen acuerdo y asegurado la estabilidad y sostenibilidad de su trabajo. Por ello, el 4 de mayo participó en un coloquio final en Albano, y firmó el 5 de mayo en Roma la declaración del Protocolo de acuerdo, en la fiesta de San Pío V. El protocolo de acuerdo que Mons. Lefebvre aceptó firmar establece que “por razones prácticas y psicológicas, aparece la utilidad de la consagración de un obispo que sea miembro de la Fraternidad” (n°5, 2). No se preveía ninguna fecha. Y, en el momento de la firma del protocolo, el cardenal Ratzinger le entregó a Mons. Lefebvre una carta, fechada el 28 de abril de 1988, que sembró problemas y decepciones en la mente del hombre de Iglesia.

Al día siguiente, 6 de mayo, Mons. Lefebvre le escribió al cardenal Ratzinger las siguientes líneas: “Ayer, con verdadera satisfacción, firmé el protocolo redactado en los días anteriores. Pero usted mismo pudo comprobar la profunda decepción al leer la carta que usted me entregó con la respuesta del Santo Padre sobre el tema de la consagración episcopal. Prácticamente se me pide que posponga la consagración a una fecha posterior que aún no se ha fijado. Esta sería la cuarta vez que pospongo la fecha de la consagración. La fecha del 30 de junio estaba bien indicada en una de mis cartas anteriores como último plazo. Le he entregado a usted un primer expediente de los candidatos. Y aún quedan casi dos meses para establecer el mandato. Dadas las circunstancias particulares de estas propuestas, el Santo Padre puede aligerar fácilmente el procedimiento para que el mandato se nos comunique a mediados de junio. Si la respuesta fuera negativa, en conciencia me vería obligado a proceder a la consagración, contando con la aprobación otorgada por la Santa Sede en el protocolo para la consagración de un obispo

[3] Carta Apostólica Summorum pontificum del Sumo Pontífice Benedicto XVI en forma de motu proprio dado en Roma el 7 de julio de 2007.

[4] Tras la dimisión del cardenal Robert Sarah por razones de edad el 20 de febrero de 2021, el cargo de prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El 27 de mayo de 2021, el papa Francisco nombró como nuevo prefecto al entonces secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Mons. Arthur Roche. Nacido en 1950, se formó principalmente en España antes de su ordenación sacerdotal en 1975 para la diócesis de Leeds (Liverpool, Inglaterra). De 1991 a 1996 vivió en Roma, estudiando en la Gregoriana y ejerciendo como director espiritual en el Colegio Inglés. En 1996 fue nombrado Secretario General de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales.

[5] En una carta del 28 de julio de 2021, el cardenal Vincent Nichols pidió aclaraciones sobre la aplicación de la Traditionis custodes, en seis preguntas principales. Esta carta fue publicada por el sitio web Gloria.tv el 5 de noviembre de 2021, seguida de la respuesta de Mons. Roche en una carta del 4 de agosto. El intercambio de cartas fue confirmado por el cardenal Nichols a la Catholic News Agency el 8 de noviembre de 2021.

[6] La declaración de Mons. Lefebvre del 21 de noviembre de 1974, que comienza con las palabras: “Nos adherimos con todo nuestro corazón y nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esta fe, a la Roma eterna, maestra de la sabiduría y de la verdad”. Cf.: https://fsspx.org/es/declaración-del-21-de-noviembre-de-1974

[7] En latín, un lex privada, un derecho privado.


(Sources : CdR/MG - FSSPX.Actualités)

FEBRERO 12, 2022
ORIGEN: FSSPX.NEWS

martes, 8 de febrero de 2022

La foto de la semana

Foto tomada durante el Rosario por la Misa Tridentina en Chicago (Card. Cupich). Más y excelentes imágenes pueden verse AQUÍ.

viernes, 21 de enero de 2022

Francia: Prohibida Misa Tradicional por Luis XVI. Recurren a la FSSPX.

Era previsible que estas cosas empezarían a ocurrir. Enhorabuena. 

Desde 1993, por iniciativa del Cercle Saint-Louis d'Alsace, se celebra una Misa de réquiem en memoria del rey Luis XVI en la forma tradicional del rito romano en la catedral de Notre-Dame de Estrasburgo. De acuerdo con la petición del predecesor de Mons. Ravel, arzobispo de Estrasburgo, la asociación debía proponer, para celebrarlo, un sacerdote diocesano. Para la misa prevista para 2022, el párroco de Surbourg había aceptado. Pero, invocando el motu proprio Traditionis custodes, el obispo Ravel acaba de prohibir esta celebración. Propone sustituirlo por una misa según el nuevo rito de Pablo VI, "en latín y gregoriano": "Así tendréis la oportunidad de ejercer la virtud de la piedad que hacéis de vosotros un deber imperativo", especifica en el canon Christian Gouyaud, delegado episcopal, en la respuesta que envió el 3 de diciembre de 2021 (no nos atrevemos a creer que es irónico; de hecho, simplemente se está colocando en la línea de Traditionis Custodes: ¿por qué buscar en otra parte lo que se encuentra perfectamente en la nueva misa?...). La prohibición se extiende también a la parroquia personal de La Croix gloriosa atendida por las Misioneras de la Misericordia, a quienes se les negó el permiso para acceder a la petición de los fieles. Para salvaguardar una tradición que se remonta a casi 30 años, la misa por el rey mártir será celebrada este año por el padre Pierre-Marie Berthe, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el viernes 21 de enero a las 18:15 horas. Capilla Notre-Dame du Très-Saint-Rosaire, 28, rue du Faubourg-de-Pierre en Estrasburgo. 

Fuentes: Riposte catholique - Le Forum Catholique

miércoles, 19 de enero de 2022

P. Philippe Laguérie (IBP): la "batalla" de la Misa católica fue vencida definitiva e irreversiblemente por Monseñor Lefebvre


En nuestra traducción de Chiessa e post concilio (It.), que a su vez remite a Présent (Fr.), una interesante entrevista  de Anne Le Pape  con el P. Philippe Laguérie. Respuestas puntuales y convencidas y la afirmación de que la "batalla" de la Misa católica fue vencida definitiva e irreversiblemente por Monseñor Lefebvre en la década de 1980. 

¿Quién no conoce al padre Philippe Laguérie? Ordenado sacerdote por el arzobispo Lefebvre, fue nombrado párroco de Saint-Nicolas-du-Chardonnet en 1984 y permaneció al frente de la parroquia parisina hasta 1998. En 2004 dejó la Fraternidad de San Pío X y en 2006 fue uno de los co-fundadores del Instituto del Buen Pastor (IBP), del cual permaneció superior hasta 2019, con dos mandatos. 

- Monseñor, ¿se hubiera imaginado algún día revivir un período de caza de brujas (si se me permite decirlo) en relación con el rito tradicional?

- Si y no ! Si consideramos las causas fundamentales de la revolución litúrgica de la década de 1960, la infestación modernista del bandolerismo del Vaticano II (¡mucho más amenazante que la de Éfeso!), las mismas causas producen los mismos efectos: ¡sí! A pesar del intento, hoy podemos decir fallido, bajo Benedicto XVI, de restaurar sus credenciales nobiliarias a la liturgia bimilenaria de la Iglesia, los funcionarios eclesiásticos han permanecido y siguen siendo fundamentalmente revolucionarios. "Un árbol malo no puede dar buenos frutos..." Pero dada la violencia de los dos últimos documentos romanos ( Traditionis custodes y las respuestas a la dubia). ¡También sabemos por sus viajes que su ortodoxia es inversamente proporcional al cuadrado de su altitud! Sí: consternación. Aquí volvemos a los años 70, a las suspensiones a divinis , al "seminario salvaje", a las "excomuniones". Olor a polvo.

- ¿Cómo interpretar la actitud del Papa Francisco: puramente malévola, o simplemente consecuente con el Concilio Vaticano II?

- ¡Sobre todo, no debemos perder de vista que el Papa actual es un jesuita! Esta es la primera vez y, espero, la última. Un jesuita siempre preferirá la eficiencia a la consistencia. Bien lo sabía san Ignacio, que había sometido a sus religiosos a un cuarto voto: el de obediencia al Papa. Para limitar los genes (porque la Compañía los tiene en abundancia). Que la eficiencia entregada a sí misma no se convierta en extravagancia, presunción, megalomanía, autorreferencialidad. Los cardenales, que nunca habían elegido a un jesuita, lo entendieron. Un papa jesuita, por tanto sin superior, es un genio loco a los mandos de un Mirage o un Rafale [aviones -ndT]: detenedlos. Sin que haya que suponer la menor malevolencia en el foro interno. Entonces, ¿quién te autoriza? Un jesuita puede matar a alguien Ad majorem Dei gloriam ; es fácil, si su superior no encuentra nada malo en ello y si dirige adecuadamente su orientación de intenciones (cf. Los Provinciales ). En el siglo XVII habían inventado tantas herejías (probabilismo, molinismo, casuística, etc.) que el Papa tuvo que imponerles silencio. ¡Y se quedaron en silencio! Pero hoy es difícil ver, si no el mismo Jesucristo, quién podría silenciar a un jesuita sin superior... Al menos que ya no coja el avión.

- ¿Qué opinas de la objeción: "Querer celebrar sólo en el rito antiguo es cuestionar el valor del nuevo"?

- En esto debo ser claro, después de un período de silencio diplomático. Soy de los que piensan que nuestro absoluto rechazo a la Misa de Pablo VI no es ni afectivo, ni disciplinario, ni carismático, etc. Es teológica, teológica, dogmática y moral. ¡Absoluto! El pecado original de esta detestable disputa litúrgica en la Iglesia es la indescriptible y loca osadía del Papa Pablo VI de promulgar un nuevo ordo missae sobre la base de la investigación de expertos, F ... M ... y protestantes, y tirar (con temblores en sus voces) la misa de los papas León y Gregorio, ambos grandes. La liturgia católica no puede ni debe ser otra cosa que la transmisión del legado de los Apóstoles. Una misa inventada 19 siglos después sólo puede ser una ambición prometeica, una quimera romántico-libertaria, un populismo de mal gusto, indigno de la Iglesia de Jesucristo. La promulgación del nuevo ordo missae de Pablo VI es sin duda legal y válida, pero ciertamente no legítima. Lo que será muy instructivo en esta crisis es el reposicionamiento de todos: los que sobrevivan gracias a la diplomacia eclesiástica y las protecciones eclesiásticas se ahogarán. Solo permanecerán los apasionados por la verdad. Después de pasar mi vida luchando, estoy feliz de ver que moriré, no como un jubilado, sino como un soldado.

-  ¿Cómo ve la cuestión de las ordenaciones?

- Dejo esta pregunta al superior general de nuestro instituto, el padre Gabriel Barrero, quien la tomó en mano y con algunas buenas perspectivas, pero que con razón invita al silencio...

- En su opinión, ¿existe un riesgo real de ruptura en la transmisión del rito tradicional? De ser así, ¿cuáles serían las consecuencias?

¡Ninguno Ninguno! La "batalla" de la Misa católica fue ganada definitiva e irreversiblemente por Monseñor Lefebvre en la década de 1980. ¡Lo que se ha hecho ya no se repetirá! Hay decenas de miles de sacerdotes en el mundo que celebran la Misa Gregoriana y no son los gestos de algún secretario romano o de algún obispo residencial, que trabaja "horas extras", para cambiar nada. Es demasiado tarde: hemos ganado la batalla. No soy de los que especulan sobre un infarto o un derrame cerebral del Papa: lo encuentro lamentable, sobre todo porque el jugador muy bien podría tener que pagar el precio de su apuesta. Por otro lado, sé que TODOS los sacerdotes que conozco (empezando por mí) nunca irán a esta misa que ha arruinado a la Iglesia de Occidente, América y África. Macron habrá vacunado incluso a los fetos antes de que Francisco pueda imponernos la sinaxis de Pablo VI. Con 43 años de sacerdocio, ¿crees que le voy a pedir permiso a alguien para celebrar mi misa de ordenación?

sábado, 8 de enero de 2022

José Arturo Quarracino: A Bergoglio "hay que verlo en su alianza con la Casa Rothschild. Y es culpable de encubrir casos de abusos homosexuales"

Muy Interesante reportaje de Gloria.tv a José Arturo Quarracino*, sobrino del antiguo cardenal de Buenos Aires, y conocedor de primera mano de Jorge Mario Bergoglio. Publicamos un extracto de lo más importante. Debajo, el link con la totalidad de la nota. 

*José Arturo Quarracino, nacido en 1953 en Buenos Aires, es pariente del cardenal bonaerense Antonio Quarracino (+1998), quien nombró obispo auxiliar al padre Jorge Mario Bergoglio en 1992. José Arturo, egresado en Filosofía (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras), profesor y traductor autónomo, está casado y tiene tres hijos, de los cuales dos han fallecido (a los 28 años y antes de nacer). Participa en la vida política argentina y en el movimiento provida nacional y continental. Apasionado de la Historia, la Religión, la Teología y la Política.

¿Por qué su tío eligió a Bergoglio?

Mi tío lo había conocido en el año 1973 ó 1974 siendo Provincial, pero quien le habla para “rescatarlo de su exilio” fue uno de sus maestros en la Compañía, el padre Ismael Quiles SJ, un santo sacerdote, porque anímica y psicológicamente Bergoglio la estaba pasando muy mal. Por ese motivo es que mi tío lo pide a la Santa Sede como obispo auxiliar -aunque ya tenía otros. En el libro de Austen Ivereigh, El gran Reformador, está contado con lujo de detalles lo que tuvo que batallar mi tío para lograr que la Santa Sede lo hiciera obispo a Bergoglio.

Entonces, ¿usted dice que Bergoglio fue nombrado obispo “por compasión”?

Por un lado, mi tío conocía bastante al padre Ismael Quiles que le pidió por Bergoglio y lo apreciaba mucho, porque -como le dije antes- era un excelente sacerdote y un jesuita ejemplar. Y más allá del conflicto interno con la Compañía de Jesús, Bergoglio presentaba una imagen de hombre piadoso, muy ignaciano, de vida muy austera, desarrollando mucha simpatía con aquéllos que, como decimos en español, “le caían bien”. Con ese nombramiento, además, se le solucionaba a Bergoglio el gran problema del tremendo conflicto interno que experimentaba con gran parte de los jesuitas que habían sido amigos de él y con los que se había distanciado enormemente.

¿Sabe usted por qué Bergoglio produjo tal división como provincial de los jesuitas?

No conozco los detalles, pero visto a la distancia creo que fue su personalidad psicológica la que le llevó a un conflicto con sus hermanos, porque siempre tuvo tendencia a tener poder, y la forma que encontró para llevar a cabo ese deseo era de apoyarse mucho en los sacerdotes más jóvenes y en los novicios, y no tanto con los sacerdotes adultos y mayores. Lo que se supo fue que cuando dejó de ser Provincial, por razones estatutarias, de hecho se mantuvo en actividad como si lo siguiera siendo, debilitando la autoridad de las nuevas autoridades, tanto en la dirección de la Compañía como en la Facultad de Teología en la que se formaban los jesuitas, en la ciudad de San Miguel, sede histórica de la Compañía de Jesús.

¿Qué tipo de impresión dejó Bergoglio como obispo auxiliar?

Como obispo auxiliar, Bergoglio supo ganarse el cariño y el aprecio de gran parte del clero joven de la arquidiócesis, con su sencillez, su piedad, su acompañamiento y su manejo psicológico, que lo ejercía como pocos, muchas veces para bien, y en algunos casos para mal. Con los que caían en desgracia con él solía ser muy duro, hasta cruel. Y al clero adulto lo iba poniendo sutilmente “a un costado”, para promocionar a sus amigos y protegidos jóvenes.

¿Como obispo auxiliar, Bergoglio fue diferente al Bergoglio como provincial?

En general, no mantuvo un perfil tan alto y no tenía tantas responsabilidades ejecutivas como cuando fue Provincial, pero a veces tenía actitudes que llamaban mucho la atención, como la de cortar todo vínculo con alguien y para siempre, sin que muchas veces el caído en desgracia no sabía qué es lo que había hecho mal.

Cuando Bergoglio reemplazó a su tío como arzobispo de Buenos Aires, ¿percibió un cambio? ¿Qué recuerda de su época en Buenos Aires?

Hubo un cambio total en su modo de proceder. Inicialmente se ocupó de sacarse de encima a quienes habían sido excelentes colaboradores de mi tío, como monseñor José Erro, rector de la Catedral de Buenos Aires y un santo sacerdote, a quien le pidió por teléfono que renunciara a su puesto y se jubilara. Sin ningún tipo de contemplaciones ni agradecimientos. Interpreto que lo hizo de esa manera, para hacerle saber al clero de Buenos Aires que la conducción del arzobispado iba a cambiar radicalmente, barriendo con todo lo que significara continuidad con la etapa anterior, aunque cuidándose de mantener en algo la figura póstuma de mi tío.

¿Así que el amable obispo auxiliar se convirtió de repente en un desagradable arzobispo? ¿Qué dijo la gente sobre esto?

Lo que más impactó y desubicó a muchos fue que en casi toda su experiencia como arzobispo pleno presentaba casi siempre un rostro adusto, amargado, triste, una “cara de vinagre” como le dijo algunas veces a algunas religiosas y a los cristianos “tradicionalistas” u “ortodoxos”. Era muy impactante ver ese rostro tan “alejado” de los demás en celebraciones litúrgicas o sacramentales, carente totalmente de alegría cuando celebraba una Eucaristía, tal como ha acontecido en sus celebraciones como Papa. Nadie se explicaba el motivo de esa forma de actuar y presentarse, que resultaba ser muy hiriente para algunos.

En forma contraria, llamó muchísimo la atención que después de ser elegido Papa empezó a mostrar el rostro alegre y jovial que casi nunca tuvo en Buenos Aires. Al punto que algunos se preguntaban si en definitiva era la ambición que tenía, pero que no se cumplía -llegar a ser Papa- la que lo motivaba en el fondo.

¿Cómo se presentó el "nuevo" Bergoglio?

Comenzó a tener un trato muy distante en general con todos aquéllos que no conocía y que no formaban parte de su círculo de amistades. Hasta que llegó al papado, eran comunes los comentarios de los fieles de la arquidiócesis sobre la cara de enojado que mostraba siempre en toda actividad pública. Un sacerdote de su confianza, párroco, le pidió -en broma pero también en serio- que no hiciera más visitas pastorales si iba a mostrar lo que el mismo Bergoglio llamaba “cara de vinagre”.

¿También se refería a sí mismo con "cara de vinagre"?

Casi nunca hizo referencia a sí mismo sobre eso, tampoco lo hablaba. Empezó a usar esa expresión en público cuando llegó al papado.

¿Había, en ese momento, alguna evidencia de que el ortodoxo Bergoglio se había vuelto heterodoxo?

En los primeros años no, pero con el transcurso del tiempo empezó a dar muestras de cierto “relajamiento”, no tanto en lo que decía sino en lo que hacía, como si fueran deslices o actitudes llamativas.

Pero cuando empezó a mostrar realmente su comportamiento heterodoxo fue al año y medio de haber asumido como arzobispo pleno, después del fallecimiento de mi tío (28 de febrero de 1998). Fue una semana antes de que se inaugurara oficialmente el Jubileo del Año 2000, en la Navidad de 1999. Ese día, el 18 de diciembre de ese año, Bergoglio convocó a la arquidiócesis de Buenos Aires a celebrar sinuosamente la “Misa del Milenio” (no del Jubileo), que por supuesto no tuvo nada que ver con la celebración de la Iglesia universal, anticipándose a la iniciativa papal.

¿Por qué?

La única explicación que encuentro al día de hoy es que lo hizo para mostrar al “mundo del poder” que gobierna realmente el mundo -la plutocracia globalista- que tenía la suficiente independencia para actuar independientemente de la Iglesia universal, pero cuidando las formas. No por casualidad fue el candidato del progresismo eclesiástico para suceder a Juan Pablo II en el 2005, contra Ratzinger.

¿Cuál fue la estrategia de Bergoglio como arzobispo?

Durante su gestión en Buenos Aires se hizo famoso porque nadie sabía que pensaba en realidad, ya que a cada interlocutor que lo visitaba siempre le decía lo que éste quería escuchar. Y fue conocido también porque comenzó a poner en segundo plano o directamente a ignorar a los sacerdotes mayores o adultos, para promover sacerdotes jóvenes que le tenían una gran devoción. Y muy llamativamente, impuso la ley para los seminaristas de la arquidiócesis que les prohibía usar sotana, tanto dentro de la casa de estudios como en su labor pastoral externa.

¿Cómo manejó las finanzas?

En el tema finanzas no tengo casi nada para decir, porque no tuve acceso a información de ese tipo. Sí puedo decirle que comenzó a cercar y acorralar a las órdenes y congregaciones más ortodoxas, por un lado por su firmeza doctrinal (que para él era “dureza”), y por otro lado porque muchas veces estas órdenes poseían un gran patrimonio.

¿Cómo se desarrolló el Seminario de Buenos Aires bajo el mandato de Bergoglio?

Por lo que sé, gracias al testimonio de algunos seminaristas que se vieron obligados a ir a otra diócesis, es que el seminario -en su momento uno de los más importantes del país, en cuanto a su formación académica- comenzó a disminuir el nivel de exigencia en la formación doctrinal y teológica, para acentuar la formación en la acción pastoral, sea lo que sea que esto signifique, con lo que los nuevos sacerdotes se caracterizaron cada vez más como agentes de ayuda social, salvo alguna que otra excepción, pero con escasa o nula formación doctrinal, teológica e intelectual.

En este sentido, una de las iniciativas que tomó Bergoglio como arzobispo pleno fue, como mencioné antes, la de prohibir a los seminaristas de la arquidiócesis el uso de la sotana, dentro y fuera del seminario. Cosa que también hizo en Roma, como obispo de la misma.

Algunos dicen que el cardenal Bergoglio es culpable de "encubrir casos de abusos homosexuales". ¿Es esto cierto?

Lamentablemente, sí. Muchas veces porque eran personas cercanas a él. Se comentó mucho el caso de un sacerdote de su íntima confianza, conocido por inclinaciones homosexuales, a quien “ayudó” enviándolo a Roma unos años antes de ser Papa, entre otras cosas, porque le ayudó a conocer muchas intimidades de la Santa Sede, intuyendo ¿o sabiendo? que podía llegar a donde llegó. No se olvide que ese tipo de personalidades suelen ser muy predispuestas a llevar y a traer información, de todo tipo. Información que al entonces arzobispo le encantaba tener a mano y conocer.

¿Tiene usted también información de primera mano sobre estos casos?

Sí, y la pude constatar personalmente. En abril de 2001, unos meses después de haber sido creado cardenal, una persona que trabajaba en la Universidad del Salvador, de la que él no sólo era Gran Canciller, sino también su Gran Controlador, le llevó pruebas de una persona muy allegada al novel cardenal, que no sólo trabajaba en esa casa de estudios, sino que era también funcionario estatal, había estado difundiendo a miembros de la Universidad fotos pornográficas, como diversión. El resultado de esta gestión fue que el allegado a Bergoglio siguió trabajando sin problemas durante varios años más, y quien lo puso al tanto del “tema” fue despedido sin causa de la Universidad, unos meses después.

Poco después de la elección de Bergoglio, Omar Bello escribió "El verdadero Francisco"…

Sé muy poco, porque al igual que algunos otros que se publicaron sobre Bergoglio después de ser elegido Papa eran muy laudatorios, cosa que no está mal, pero omitiendo muchos datos que ya se conocían sobre su personalidad contradictoria -paso del amor al odio con personas que en principio habían sido cercanas a él, su tibieza cuando se plantearon en la arquidiócesis iniciativas como el “matrimonio igualitario”, su desprecio por la ortodoxia doctrinal, dirigido sobre todo a las órdenes religiosas, su ambigüedad respecto al aborto, etc.

¿Cómo ve usted las cosas?

En este sentido, para entender a Bergoglio y su pontificado, hay que tomar en cuenta su vínculo estrecho con la Casa Rothschild, a través del Concejo para el Capitalismo Inclusivo. Lo que Sire y muchos otros le atribuyen a Bergoglio como peronista en realidad proviene de los Rothschild, en particular de la baronesa Lynn Forester, la tercera esposa de sir Evelyn de Rothschild: el concepto de inclusión, el grito de los pobres y el grito de la madre Tierra, etc., conceptos que han estado han boca de ese mundo oligárquico y plutocrático que la dama representa.

¿Qué hay de malo en esto?

En mi humilde opinión, para entender lo que ha hecho Bergoglio desde el comienzo de su papado -empezando con el famoso Sínodo sobre la Familia y la exhortación Amoris Laetitia- hay que verlo en su alianza con la Casa Rothschild, que se hizo explícita y pública el 8 de diciembre de 2020, en ese famoso encuentro en Roma, con foto incluida, en la que Bergoglio muestra el rostro adusto y seco que suele mostrar cuando está incómodo. No se olvide que la baronesa Lynn Forester ha dicho en una entrevista que el proyecto que ella ha impulsado y materializado -el Concejo para el Capitalismo Inclusivo- es la prosa, a la que la presencia de Bergoglio le ha puesto la música. En lenguaje profano, ha dicho en realidad que Bergoglio, como pontífice, es el bufón de su grupo plutocrático que pretende darle un rostro “humano” al capitalismo, porque son conscientes que mientras ellos se han vuelto hipermillonarios, el 90% de la población mundial apenas ha obtenido migajas de la riqueza que todos producimos.

Entonces, ¿no hay peronismo?

Leer a Bergoglio en clave peronista lleva al error, para entender el desastre que ha hecho y en el que persiste hay que leerlo en su vínculo con el proyecto inclusivo de los Rothschild, que como contrapartida impulsa la erradicación y eliminación de la memoria histórica, cultural y espiritual de la Iglesia y de la humanidad, es decir, de la Tradición cultural de la historia universal, humanista y cristiana, de la que el Catolicismo ha sido la matriz y la forja.

Si el "peronismo" de Francisco es una farsa. ¿Qué es él?

Bergoglio no es peronista, es un Jesuita cabal, en toda la línea, que llamativamente no irradia para nada en su munus petrinum. Es un operador político, evidentemente, pero no desde su función de Vicario de Cristo -título al que ha renunciado en la edición de Anuario Pontificio de 2020 porque lo considera cosa del pasado-, sino desde la praxis típica del jesuitismo -manteniendo las formas y los conceptos, pero sin el contenido concreto y el alma ignaciana.

¿Qué significa esto?

No es casualidad que el general de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa, haya dicho, palabras más palabras menos, que como en la época de Nuestro Señor no había grabadores, en realidad no sabemos lo que ha dicho realmente, sino que conocemos lo que algunos dicen que dijo, en un idioma que no es el nuestro, por eso hay que ejercitar el discernimiento para saber lo que Jesús ha querido decir en realidad. En una entrevista a una página web italiana que no se difundió a gran escala, Bergoglio dijo que para tomar decisiones el se basa “en sus instintos y en el Espíritu Santo”, dejando de lado la Sagrada Escritura, la Tradición, el Magisterio.

Los activistas mediáticos de la Oligarquía adoran a Bergoglio...

No es casualidad que la gran prensa internacional y mundial -enemiga de la Iglesia y del Cristianismo-lo haya identificado de entrada como el gran revolucionario y transformador de una Iglesia retrógrada y reaccionaria, mientras que la propia feligresía católica lo tome cada vez menos en cuenta, como se pudo constatar hasta comienzos del 2020, con la asistencia a las audiencias de los miércoles y al rezo del Angelus los domingos, que era cuatro veces menor a la asistencia que habían tenido en sus pontificados san Juan Pablo II y Benedicto XVI.

¿No exagera usted cuando dice que Bergoglio colabora con los enemigos de la Iglesia?

Está todo a la vista. Es que, en realidad, Bergoglio ha ejercido su pontificado más bien como operador político, y menos como pastor de almas y vicario de un Poder superior. Un ejemplo que mencioné antes y ahora le detallo: en cierto momento del 2014 obró, a través de un operador político argentino, para que la entonces presidente Cristina Kirchner se reuniera con George Soros, cosa que efectivamente sucedió a los pocos meses. Pero nunca le interesó ni movió un dedo cuando un médico argentino fue condenado en el año 2018 por un tribunal provincial (Río Negro), por no haber practicado un aborto -ilegal, pero protocolizado de hecho por una resolución ministerial- y haber salvado dos vidas, la de una joven que intentó abortar y estaba a punto de morir, y la de su hijo que pudo sobrevivir al intento. Como tampoco nunca dirigió una sola palabra de aliento y acompañamiento a los movimientos pro-vida que batallaban por impedir que se legalizara el asesinato prenatal, pero sí se ocupaba de enviar mensajes y palabras de aliento a dirigentes políticos con procesos penales y civiles, porque eran progresistas, aunque adversarios o enemigos de la Iglesia.

Cuando el presidente argentino Alberto Fernández, un mes y medio después de asumir, viajó a Roma para entrevistarse con Bergoglio, todos recordamos la alegría que exhibieron ambos en su encuentro y la calidez del mismo, sin que se hablara una sola palabra sobre la decisión explicitada por el mandatario argentino de avanzar con la legalización del aborto. Incluso el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo celebró una Misa en el altar de la capilla donde descansan los restos de San Pedro y le permitió comulgar, sabiendo que estaba decidido a hacer aprobar la legalización del aborto.

Y las últimas visitas que tuvo del presidente Joe Biden y de la demócrata Nancy Pelosi, ultra abortistas ambos, recibidos como amigos íntimos y con gran alegría, cosa que no demostró con ningún dirigente provida, italiano o extranjero.

Y lo que es para mí el colmo de esa colaboración: la entrega de la Iglesia Católica en China a manos de la dictadura que gobierna ese país, condenada a desaparecer.

Se dice que el cardenal Bergoglio tenía secretarios que solían asistir a misa en la Sociedad de San Pío. Bergoglio también parecía defender a Pío X. ¿Cómo encaja esto en la imagen del liberal Francisco?

Fue siempre típico en él jugar con los opuestos, pasando de un extremo al otro: un día se muestra ortodoxo -ante un grupo de médicos católicos o ante micrófonos condena de palabra el aborto, describiéndolo como un acto que ejecuta un sicario- y al otro día recibe y alaba a Emma Bonino, o al presidente argentino, confeso abortista, y permite que participe en una Misa celebrada en el altar que está junto a la urna que contiene los restos de san Pedro.

¿Quién puede entender esto?

Ese ha sido siempre el juego de Bergoglio, un juego de astucia, no de sabiduría, porque es una forma que le permite no ser encasillado y, al mismo tiempo, le posibilita mantener la iniciativa. Aunque en definitiva es una astucia de vuelo corto, como el de las gallinas.

Henry Sire llama "el gran misterio de la carrera de Bergoglio" al hecho de que fuera la mano derecha de su tío, el católico cardenal bonaerense Quarracino, pero que luego se convirtiera en el favorito del Grupo de San Gall. ¿Puede arrojar luz sobre este misterio?

Jesuitismo puro: para escapar del exilio que le había impuesto la Compañía, se aferró a Quarracino, conservador y “retrógrado”, según sus enemigos; cuando pudo ejercer en plenitud el arzobispado, empezó a desplegar su costado “popular” y de humildad, para sacarse la etiqueta de conservador y acercarse a esas posturas progresistas a las que ese grupo de San Galo era proclive.

¿Jesuitismo? ¿Se refiere a la duplicidad? ¿Dos caras?

Fíjese usted que Bergoglio comenzó su pontificado hablando de la mundanidad espiritual o espiritualidad mundana, como el mayor problema que afectaba a la Iglesia en ese momento, para terminar haciendo de la Iglesia una organización mundana, como la que está impulsando ahora frenéticamente: la Basílica de San Pedro un museo, el desvarío ideológico de la doctrina LGTB como parte constitutiva de la doctrina “cristiana”, la Tradición como elemento abstracto y fundamentalista en la vida de la Iglesia, darle carta de ciudadanía cristiana a una deidad pagana (Pachamana), etc.

Es jesuitismo, en el sentido que usted lo dice, que conserva la forma de “lo jesuita” pero sin lo esencial, que es ser “soldado de Jesucristo”, porque en el fondo ya no hay fe en Cristo. Una “Compañía de Jesús” mutada o convertida en “Compañía del Iscariote”, pero conservando la forma original, sin el contenido. Una “Compañía” que tiene como una de sus estrellas a un sacerdote declaradamente homosexual y apologeta del “mundo homosexual”, que ocupa un cargo en el Vaticano.

Como Papa, Francisco resultó ser muy pro-homosexual. ¿Era esto visible cuando era cardenal?

Hasta donde conozco, nunca fue tan evidente ni visible esa actitud gay-friendly de Bergoglio, ni como jesuita ni como obispo. Tampoco fue demasiado evidente como cardenal, porque eso posiblemente le hubiera imposibilitado en el Colegio Cardenalicio ser elegido Papa. Sí se han conocido casos de sacerdotes con esas conductas que siempre contaron con la protección discreta de Bergoglio. Sólo lo ha hecho abiertamente cuando llegó a la Cátedra de Pedro, dando el aberrante espectáculo de darle refugio y protección política y clerical a un notorio delincuente como el obispo Gustavo Zanchetta.

Muchos han sugerido que Francisco quiere colaboradores que sean chantajeables y controlables. ¿Tiene elementos que confirmen esto?

Lamentablemente, sí. Y a todo nivel, sumado al hecho de que siempre se rodeó de personalidades mediocres, sumisas y serviles. Porque el liderazgo de Bergoglio, más que de dictador como lo ha caracterizado Henry Sire, es típicamente despótico, no admite el disenso ni la independencia de criterio.

¿Como en la época en que fue el Provincial de los jesuitas argentinos?

Se ha mencionado mucho el hecho del enfrentamiento que tuvo Bergoglio con los jesuitas, después que terminaba su labor como provincial de la Compañía. Lo que pocos o muy pocos cuentan, por razones de discreción y decoro quizás, es que los que más lo enfrentaron fueron los que habían sido sus colaboradores o compañeros de su liderazgo en la Orden. Algunos de ellos muy amigos de él, que lo respetaban mucho y lo querían.

¿Por qué ese enfrentamiento posterior?

Nunca se supo. Sí se sabía que eran personas serias, con su personalidad, no manipulables ni chantajeables.

Fuente: Gloria.tv