sábado, 2 de enero de 2021

El Santísimo Nombre de Jesús

Addenda: El excelente libro LAS MARAVILLAS DEL SANTO NOMBRE, escrito por el Rvdo. Paul O`Sullivan, O.P. (Irlanda, 1871-Portugal, 1958) puede leerse AQUÍ
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Sanctissimi Nominis Jesu

En aquel tiempo: Llegado el día octavo, en que debía ser circuncidado el Niño, le fue puesto por nombre Jesús. Lc 2, 21 

 ¡Admirable y grande misterio! El niño es circuncidado, y se le da el nombre de Jesús. ¿Qué significa esta conexión? Pues la circuncisión más propia parece del que ha de ser salvado que del Salvador, y más propio es que el Salvador circuncide que no que sea circuncidado. Mas, reconoce al mediador de Dios y de los hombres, el cual desde el principio de su natividad junta lo humano con lo divino, lo ínfimo con lo más excelso. Nace de mujer, pero de suerte que el fruto de la fecundidad no la prive de la flor de la virginidad. Es envuelto en pañales, pero éstos son honrados con alabanzas angélicas. Se esconde en el pesebre, pero es descubierto por los rayos de una celestial estrella. Así la circuncisión prueba la verdad de la naturaleza humana, y el nombre, superior a todo nombre, manifiesta la gloria de la majestad. Es circuncidado como verdadero hijo de Abrahán; llamado Jesús porque por naturaleza es verdadero Hijo de Dios.

Nuestro Jesús no lleva el nombre vanamente o sin sentido como los que le precedieron. No hay en él la sombra de un gran nombre, sino la verdad. Ya que, según el Evangelista, su nombre le fue impuesto por el cielo, y con él fue llamado por el Ángel antes de ser concebido. Considera la profundidad de la palabra: Después que nació Jesús. Jesús es llamado por los hombres, y así fue llamado por el Ángel, antes de ser concebido. Él es el Salvador del Ángel y del hombre. Del hombre desde su encarnación, del Ángel desde el principio de la creación. Dice que le fue puesto el nombre de Jesús, nombre que le puso el Ángel. Por lo tanto en la palabra de dos o tres testigos se halla toda verdad, y la misma palabra de Dios que según el Profeta fue abreviada, más claramente se lee en el Evangelio que fue hecho carne. 1 

Muy propiamente al ser circuncidado el Niño nacido para nosotros, se le da el nombre de Salvador, por lo mismo que desde aquel instante empezó a realizar nuestra salud, derramando por nosotros su sangre inmaculada. Y así, no deben preguntar ya los cristianos por qué haya querido Cristo ser circuncidado. Fue circuncidado por el mismo fin por que nació y por el que padeció. Nada de esto por su causa, sino que todo fue en bien de los elegidos. Ni nació en pecado; ni fue circuncidado por el pecado, ni murió por sus pecados, sino por nuestros delitos. El nombre fue, dice, pronunciado por el Ángel antes de ser concebido. Con toda propiedad, se dice que fue llamado, no que le fuera impuesto, pues este nombre le es propio desde la eternidad. Por su misma naturaleza le es propio el ser Salvador. Éste nombre le es innato, no lo debe a criatura alguna humana o angélica. 2

No en vano el Espíritu Santo compara el nombre del Esposo al óleo, cuando así enseña a la esposa que llame al Esposo: Óleo derramado es tu nombre. Pues el óleo ilumina, esfuerza y unge. Mantiene el fuego, alimenta la carne y suaviza el dolor. Es luz, manjar, medicina. Todo esto se realiza en el nombre del Esposo. Ilumina predicado, alimenta meditado, invocado alivia y unge. Si no, consideremos esto por partes. ¿De dónde piensas que en todo el orbe se propagó tan grande y tan rápida la luz de la fe, sino a causa de la predicación del nombre de Jesús? ¿No fuimos llamados por Dios a su admirable luz por la luz de este nombre, con la cual esclarecidos y viendo la luz con esta luz, diga con verdad Pablo: Fuisteis alguna vez tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor?

Al mismo Apóstol se le encargó predicar este nombre delante de los reyes, de las naciones y de los hijos de Israel. Y llevaba este nombre como una antorcha, y con él iluminaba su patria y clamaba en todas partes: La noche está ya muy avanzada, y va a llegar el día. Dejemos, pues, las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz, andemos con decencia, como se suele andar durante el día. Y a todos mostraba la antorcha sobre el candelero, anunciando en todas partes a Jesús, y a éste crucificado. ¿Acaso esta luz no alumbró los ojos de cuantos oyeron este nombre saliendo de la boca de Pedro como un rayo, dando fuerza y vigor al que había sido cojo, e iluminando a muchos ciegos de espíritu, y no esparció fuego, diciendo: En nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda?

El nombre de Jesús no es sólo luz, es también manjar. ¿Acaso no te sientes confortado cuantas veces le recuerdas? ¿Qué otro alimento como él sacia la mente del que medita? ¿Qué otro manjar así repara los sentidos fatigados, esfuerza las virtudes, vigoriza las buenas costumbres, y fomenta los castos afectos? Todo alimento del alma es árido, si con este óleo no está sazonado; insípido si no es sazonado; lo que escribes no me deleita, sino leo el nombre de Jesús; si conversas, no me place, si no oigo el nombre de Jesús, cuyo nombre es miel en la boca, melodía en los oídos, alegría en el corazón. ¿Está triste alguno? Venga a su corazón Jesús, de allí salga a la boca. Y he aquí que apenas aparece el resplandor de este nombre, desaparecen todas las nubes, y todo queda sereno. ¿Ha caído alguno en algún crimen, y está próximo a la desesperación? ¿Por ventura si invoca el nombre de la vida, no respirará al instante confiadamente? 3

San Bernardo, Abad
(Breviario Romano)

1 - Sermón 1 de la Circuncisión
2 - Sermón 2 de la Circuncisión
3 - Sermón 15 sobre el Cantar, cerca del medio.

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