No hay mayor regalo para un sacerdote y para un fiel católico que la Santa Misa Tradicional, (la Única). Este es el verdadero motor para un sacerdote que aspira, como Dios quiere, a la santidad.Es su fuerza, el espíritu que emana se convierte en la pasión santa desbordada por la salvación de las almas, la Gloria de Dios y su eterna alabanza y la disposición constante e ininterrumpida de estar en el santo servicio a Dios.
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