martes, 21 de abril de 2020

21 de abril

Sobre el monte Capitolino, el 21 de abril de cada año, una campana especial llamada la Patarina suena al mediodía del Campidoglio para conmemorar la fundación de Roma ocurrido ese día en el año 752 aC. según afirman las leyendas. En esa ocasión, el famoso cañón de Gianicolo permanece silencioso, el único día del año en que no suena.



Según Ana Catalina de Emerick, “el 18 de enero del año 43 llegó Pedro a Roma en compañía de los discípulos Marcial y Apolinar y de un acompañante llamado Marción. Desde Antioquía había ido a Jerusalén; después a Nápoles y a varios otros lugares, hasta llegar a Roma.

Fue recibido muy bien, tanto él como sus ayudantes, por un tal Léntulo, noble romano que tenía conocimiento de la llegada de Pedro. Muchos romanos que habían oído la predicación de Juan sabían del Mesías y de sus milagros. Léntulo se puso en comunicación con estas personas y se hizo narrar muchas cosas acerca del Mesías. Concibió tal amor y deseo hacia Jesús, que en una grave necesidad que le afligió, tomó un lienzo finísimo y habiéndolo hecho tocar por Jesús por intermedio de persona de su confianza, después guardó esa prenda con grandísima devoción y reverencia.

Deseaba Léntulo pintar la faz de Jesús, por lo cual tuvo Pedro que darle muchos detalles sobre el particular. Muchas veces intentó pintar el rostro y siempre le decía Pedro que aún no se parecía al original. En una ocasión se quedó dormido en su trabajo y al despertar encontró terminada su obra de modo maravilloso, con un perfecto parecido. Léntulo fue uno de los primeros discípulos de Cristo en Roma.

Pedro habitaba en la casa de Pudente, que consagró como primera iglesia de Roma. Léntulo regaló muchas cosas para esta primera iglesia. Desde Roma fue Pedro a Éfeso, a la muerte de María, y de paso visitó Jerusalén. Estuvo en la silla episcopal de Roma durante veinticinco años. En el año 69 fue crucificado, a la edad de 99 años.”

También refiere la vidente sobre la elección de Roma como centro de la Cristiandad como un hecho providencial para la rápida y eficaz expansión de la santa doctrina cristiana. 


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