martes, 12 de mayo de 2020

La cara oculta de Juan XXIII (tercera parte)

Ver también las entradas previas La cara oculta de Juan XXIIIEl humo blanco del 26 de octubre de 1958  


1) LA APERTURA AL COMUNISMO  


Monseñor Brunero Gherardini en Concilio Vaticano-Il discorso mancato ,uno de sus indispensables libros para entender la crisis de la Iglesia, emite un juicio muy interesante sobre Juan XXIII : “Parece que en él cohabitaron juntos el “progresista” y el tradicionalista: el desarrollo de su existencia, sus sucesivas sus elecciones y  sus actos de gobierno comprueban una tal cohabitación. Doble juego…Rechazo incluso pensarlo. No puedo rechazar, sin embargo, la impresión de una personalidad enigmática”. Y es lo menos que puede decirse del Papa buono, como se verá.
Por lo pronto, en el discurso de apertura del Vaticano II, sostuvo, con una dosis de insano optimismo impropio de un pastor prudente:
“En el cotidiano ejercicio de Nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia.
Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente. En el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas que, por obra misma de los hombres pero más aún por encima de sus mismas intenciones, se encaminan al cumplimiento de planes superiores e inesperados”. http://www.vatican.va/content/john-xxiii/es/speeches/1962/documents/hf_j-xxiii_spe_19621011_opening-council.html
(La última frase tiene cierto sabor gnóstico:¿Qué serían esos “planes superiores e inesperados”, “obra misma de los hombres, “aún por encima de sus mismas intenciones”?

Y en los parágrafos finales de la Mater et Magistra remachó su imprudencia:
“158. Importa distinguir siempre entre el error y el hombre que lo profesa, aunque se trate de personas que desconocen por entero la verdad o la conocen sólo a medias en el orden religioso o en el orden de la moral práctica.
  1. En segundo lugar, es también completamente necesario distinguir entre las teorías filosóficas falsas sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre y las corrientes de carácter económico y social, cultural o político, aunque tales corrientes tengan su origen e impulso en tales teorías filosóficas. Porque una doctrina, cuando ha sido elaborada y definida, ya no cambia. Por el contrario, las corrientes referidas, al desenvolverse en medio de condiciones mudables, se hallan sujetas por fuerza a una continua mudanza. Por lo demás, ¿quién puede negar que, en la medida en que tales corrientes se ajusten a los dictados de la recta razón y reflejen fielmente las justas aspiraciones del hombre, puedan tener elementos moralmente positivos dignos de aprobación?
  2. Por las razones expuestas, puede a veces suceder que ciertos contactos de orden práctico que hasta ahora parecían totalmente inútiles, hoy, por el contrario, sean realmente provechosos o se prevea que pueden llegar a serlo en el futuro. Pero determinar si tal momento ha llegado o no, y además establecer las formas y las etapas con las cuales deban realizarse estos contactos en orden a conseguir metas positivas en el campo económico y social o en el campo cultural o político, son decisiones que sólo puede dar la prudencia, virtud moderadora de todas las que rigen la vida humana, así en el plano individual como en la esfera social. Por lo cual, cuando se trata de los católicos, la decisión en estas materias corresponde principalmente a aquellas personas que ocupan puestos de mayor influencia en el plano político y en el dominio específico en que se plantean estas cuestiones. Sólo se les impone una condición: la de que respeten los principios del derecho natural, observen la doctrina social que la Iglesia enseña y obedezcan las directrices de las autoridades eclesiásticas.
  3. No faltan en realidad hombres magnánimos que, ante situaciones que concuerdan poco o nada con las exigencias de la justicia, se sienten encendidos por un deseo de reforma total y se lanzan a ella con tal ímpetu, que casi parece una revolución política.
  4. Queremos que estos hombres tengan presente que el crecimiento paulatino de todas las cosas es una ley impuesta por la naturaleza y que, por tanto, en el campo de las instituciones humanas no puede lograrse mejora alguna si no es partiendo paso a paso desde el interior de las instituciones”.

(Pacem in terris es del 11 de abril de 1963.Hacía poco más de un mes, el 7 de marzo, que Juan XXIII había recibido en su estudio privado del Vaticano a Alexej Adjubei, yerno del líder soviético Nikita Kruscev, y su esposa Rada. Rada estaba emocionada y feliz y dijo al Papa: “Usted tiene las manos grandes y fuertes como los campesinos, igual que mi padre”. https://www.papagiovanni.com/sito/es/vida/fechas/8-vita/152-udienza-al-genero-di-kruscev-es.html
Por esos años, el comunismo soviético era un superpoder ideológico y militar que fomentaba la revolución armada contra los gobiernos que se le oponían, en mayor o menor medida. Desde luego, ese hecho no podía ser ignorado por la Iglesia, que disponía de la documentación suficiente, que alertaba sobre la creciente penetración marxista en la Iglesia. Ya Pío XII había condenado la “Nueva Teología” en la Humani generis y también la experiencia de los curas obreros.
Por su parte, Pío XI en la Divini Redemptoris había dicho que “el comunismo es intrísecamente malo, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo en terreno alguno los que quieren salvar de la ruina la civilización cristiana


Lo más notable, si se quiere, es que poco tiempo antes, en 1949,el Santo Oficio, consultado sobre “si era lícito inscribirse en los partidos comunistas o favorecerlos”, respondió  negativamente “porque el comunismo es materialista y anticristiano, y sus jefes, aunque de palabra digan algunas veces que ellos no combaten la religión, sin embargo de hecho o con la doctrina, o con las obras, se muestran enemigos de Dios, de la verdadera religión y de la Iglesia de Jesucristo.
En cuanto a“ si era  lícito publicar, propagar o leer libros, periódicos, diarios, folletos, etc. que favorezcan la doctrina y las actividades comunistas o escribir en ellos, la respuesta fue: “No, como cosa que está prohibida por el derecho mismo” ,advirtiendo además que “los fieles que profesan la doctrina comunista y principalmente los que la defienden y propagan, incurrían ipso facto f en la excomunión reservada especialmente a la Sede Apostólica, como apóstatas de la fe católica.
Es decir que Juan XXIII pasó completamente por alto las enseñanzas del Magisterio y abrió las puertas de la Iglesia al comunismo. Se quedó corto el gran Gherardini: Juan XXIII practicaba un fatal doble juego y los resultados están a la vista, con el bergoglismo (des) gobernando a una Iglesia exánime.
* * * * *

2) EL DOBLE JUEGO DE UN “SANTO” (y además escéptico)


“A pesar de algunas apariencias en contrario que él procuraba exhibir cuando era nuncio en París, Juan XXIII era en realidad un admirador de Marc Sangnier y un discípulo del Sillon.
¿Revelación? Si Como dijo Henri Rambaud, la verdadera «nueva» es … la impresión, la que no habíamos notado en el momento de su publicación.
Sin embargo, la carta del nuncio Roncalli que reproducimos a continuación ya había sido publicada en 1965 en el libro de Ernest Pezet: Cristianos al servicio de la ciudad, desde León XIII hasta Le Sillon y el MRP (Nouvelles Editions Latines). La carta había pasado desapercibida, al menos por nosotros. Pero se volvió publicar en “El alma popular”, órgano vivo de Le Sillon catholique ,fundado por Robert Pigelet en 1920, 60 años, número 571 -agosto a septiembre de 1980.

Esta carta fue dirigida el 6 de junio de 1950 a la esposa de Marc Sangnier, el 6 de junio de 1950, con motivo de la muerte de Marc Sangnier. Su contenido y su alcance superan con creces un simple mensaje de condolencias, como veremos:
París, 6 de junio de 1950
Señora,
Había oído hablar de Marc Sangnier por primera vez en Roma alrededor de 1903 o 1904, en una reunión de la Juventud Católica. La poderosa fascinación de su palabra, de su alma, me había deleitado, y mantengo de su persona y de su actividad política y social el recuerdo más vívido de toda mi juventud sacerdotal.
Su noble y gran humildad para aceptar más tarde, en 1910, la admonición-por otra parte afectuosa y benévola- del Papa San Pío X, me permite ver la medida de su verdadera grandeza
» Las almas, como la suya, capaces de mantenerse tan fieles y respetuosas del Evangelio y de la Santa Iglesia están hechas para los más altos ascensos que aseguran la gloria aquí abajo entre sus contemporáneos y la posteridad , para quienes el ejemplo de Marc Sangnier seguirá siendo una enseñanza y un estímulo.
Con motivo de su muerte, mi mente se consoló al notar que las voces más autorizadas para hablar en nombre de la Francia oficial se reunieron, por unanimidad, para revestir a Marc Sangnier con un escudo de honor. Uno no podría rendir más elocuentes homenajes y elogios al recuerdo de este insigne francés, cuyos contemporáneos supieron apreciar la claridad de su alma profundamente cristiana y la noble sinceridad de su corazón. »
Por el efecto mágico de una especie de «reinterpretación» implícita de los textos, que anuncia las “maravillas” que se lograrán por la evolución conciliar, Marc Sangnier y su Sillon no recibieron nada más del «santo Papa Pío X» que  «una admonición muy cariñosa y benevolente«; no queda entonces memoria de ningún error que hubiera sido condenado, de ninguna enseñanza que hubiera sido formulada respecto a Le Sillon. ¡La única «enseñanza» que el futuro Juan XXIII recuerda sobre este tema es la del … propio Marc Sangnier!

Sin duda, San Pío X reconoció en los jefes del Sillon «almas elevadas, superiores a las pasiones vulgares y animadas por el más noble entusiasmo por el bien»; pero también declaró: «Hemos tenido el dolor de ver opiniones y reproches deslizarse sobre sus almas fugaces. La gente del Sillon es «llevada por un camino tan falso como peligroso». Le Sillon «construye su ciudad sobre una teoría contraria a la verdad católica y distorsiona las nociones esenciales y fundamentales que regulan las relaciones sociales«; Le Sillon «siembra nociones falsas y fatales»; tiene «una falsa idea de la dignidad humana»; «Su espíritu es peligroso y su educación fatal»; y ahora » solo forma un afortunado afluente del gran movimiento de apostasía organizado en todos los países  ” .
¿Quién podría suponer que, en realidad, en su Carta sobre Le Sillon, San Pío X había definido y denunciado doctrinalmente esta DEMOCRACIA RELIGIOSA que, medio siglo después, a través de la llamada EVOLUCIÓN CONCILIAR, involucraría a la sociedad eclesiástica en la APOSTASÍA INMENENTE?
Por lo demás, al nuncio Roncalli le gustaba en 1950 recordar que había estado «fascinado» y «encantado» con Marc Sangnier: un recuerdo que sigue siendo «el más vivo de todos de (su) juventud sacerdotal».
El mismo nuncio Roncalli, con otras personas, procuraba presentarse como admirador y discípulo del Cardenal Pie y tenemos el testimonio preciso. Infeliz Juan XXIII, sobre quien el padre Berto había tenido esta terrible palabra: “Es un escéptico”.
Un escéptico, sí; pero no al punto de ser imparcial entre las doctrinas o indiferente frete a ellas. Como todos los escépticos por temperamento, se inclinaba activamente por los antidogmáticos,por los modernistas,por los “sillonistas”.Su admiración por el Cardenal Pie era una farsa; o mejor, un respeto protocolar qué él aprovechaba hábilmente. Su corazón estaba con Le Sillon.
Lo más asombroso es la tranquila audacia con la cual  Roncalli, se permitía hablar de la carta de San Pío X sobre Le Sillon, “reinterpretándola” de manerla de quitarle toda su significación y doctrinal. Léase Notre charge apostolique del 25 de agosto de 1910, para darse cuenta en seguida hasta qué punto la manera en que Roncalli se refiere a ella, es una desfachatez absoluta”.
Sobre las dudosas canonizaciones y beatificaciones posteriores al Concilio Vaticano II ver los artículos de Monseñor Brunero Gherardini en http://www.unavox.it/ArtDiversi/DIV2654_Mons_Gherardini_Canonizzazione_e_infallibilita.html y https://adelantelafe.com/beatificacion-canonizacion-desde-vaticano-ii/ y también las opiniones del profesor Roberto De Mattei en https://www.robertodemattei.it/es/2018/10/19/santos-verdaderos-y-falsos-de-nuestro-tiempo/
Fuente: Catapulta aquí y aquí

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