martes, 28 de septiembre de 2021

Castellani Apócrifo: El anarco-libertario - Antonio Caponnetto

  Un capítulo inédito de “El nuevo gobierno de Sancho”



Apenas pudo el candente y eruptivo sol cancelar su contrato con el Imperio Incaico, decidióse a pedir el pase a la sanchesca ínsula, propinando  chamusquinas y escoceduras a sus súbditos, en algunos de los cuales pasaban inadvertidas –no sólo por pertenecer a los descendientes de Cam, otrora llamados negros fieros- sino porque tenían más ampollas que estrenador de borceguíes.

Ese día –que el Cronista Mayor Maese Bad Information no supo datar con precisión- se hallaba el Gobernador dando de chufas y cogotazos a unos usurpadores de tierras, a cada uno de los cuales, mientras abofeteaba a modo de recio rito confirmatorio, le espetaba un refrán conminatorio y punitivo.  “En lo que no es tuyo/ no bailes caluyo”; “El vaso en que bebas/al dueño lo entregas”; “Quien lo ajeno busca/su fama chamusca”;”De usados gabanes/ más bien no te afanes”; “Pérsico y Grabois /a robar a Illinois”; “El que chorea tendrá quien lo aporrea....”.

-¡Clemencia!, ¡Mercedes!,¡Remisión!, tronaban al unísono los condenados. ¡Mándanos a Alcatraz, a Sing Sing o a la Terminal de Retiro, pero por favor cesa con tus apotegmas!

No pudo evitar ver la desgarradora escena el Edecán de Turno, que venía en su búsqueda (en la del Gobernador, claro, puesto que el hombre no era sartreano), y fablándole con respeto le dijo: -¡Magna Apófisis!, tened en cuenta que debéis cargar la SUBE de Refranes, de lo contrario no podrás hacer uso de la misma.

Estaba Sancho por responder que él no precisaba otra SUBE que el ASCENDIT a terra in coelum, que le había enseñado su catequista pre Traditionis Custodes, cuando el mismo Edecán, a sabiendas de que su mandante era de talante pendenciero, lo apuró cortésmente para decirle que tenía una reunión impostergable en el <Salón de las Bellotas>, previamente sanitizado por el Doctor Ginés Triple Ge, al que el vulgo llamaba con maledicencia Latex, aunque la plebe tosca prefería el más onomatopéyico mote de Condón.

Llega Sancho molesto a la <Sala de las Bellotas>, y se molestó la corte toda en señal de empatía entera y grave sumisión. Respingose en un túmulo –medio grupa de potro, medio taburete gaucho- y una vez desparramadas las sustanciosas cachas, tuvo una visión de cuanto pasaba en aquellas circunstancias.

El auditorio todo estaba enmudecido, temeroso, inhibido y algo arrobado, escuchando abroncar a un monigote, que no cesaba con su glosolalia y sus rictus inarticulados cuanto ingráciles.

El tal monigote se le hizo de apariencia monstruosa, toda vez que portaba pelambrera y lana cochambrosa en donde los mortales suelen tener la testa; cada palabra de la su boca se convertía en salivazo o esputo (si nos lo permite así verbalizar el Inadi), dábase al canto tribal y a las zapatetas a la vez, vestía monocromáticamente con galanura de ciruja, y de las que, para abreviar llamaremos manos, brotaban movimientos compatibles con el Mal de San Vito.

-Oiga, le dijo Sancho al Jefe de la Custodia, ¿estamos por zoom o esto es en vivo? ¿Llamamos al SAME o a las Hermanitas Cuidadoras de los Lunáticos? Me huele mal este tongonear del orate. Y vosé comprenderá que en materia de malos olores me he hecho fama involuntaria de poseer cierta pericia...

-Haga un esfuerzo por escucharlo Su Antonomasia; y más aún por comprenderlo, pues el hombre es un pozo de ciencia. Resulta imbatible en las reyertas con coristas, madamas, golfas, iletrados, farabutes, escribas y gacetilleros. Ni le cuento cuando lo cruzan con un estatista...

-¿Extatista, preguntó Sancho inquieto; acaso este perrillán entra en éxtasis, como mi patrono Cupertino? Vea, convoque de urgencia al Dr. Wikipedia, y por las dudas que me traigan ya mismo a Monseñor Mancuso con tres barriles de agua bendita.

Fue toda temporaria docilidad la de Sancho, y se dispuso a escuchar al invitado que no podía sellar los labios, acostumbrados como los tenía a turpisloquios interminables:

-“Digamos, o sea, a ver. A ver, digamos, o sea. Yo soy arquero de Chacarita, rockero y economista. El Estado es muy malo y cada quien tiene que hacer lo que se le antoje, como dice el prócer sumero-acadio Ven Eghas Linch. Nada de matrimonios y meta nomás con la eutanasia. Digamos, o sea, a ver. La economía es lo primero y el comunismo es lo segundo. Seamos como Alberdi, al menos hasta Avenida La Plata. Muera la casta política y <vivalalibertadcarajo>. Digamos, o sea a ver. Quiero leones, sobre todo los del Club. También afiliamos rotarios y cualquier tipo de logias masónicas. Aceptamos todas las tarjetas. A ver, o sea, digamos. ¡Vivalalibertadcarajo!”

- ¿Yo entendí bien, le preguntó Sancho al Dr. Wikipedia, o está en contra de la Casta Política? Una vez que hay una mujer casta, este libertino se queja. ¡Rápido, Los muchachos de la Legión Restauradora  Vincenzo Bellini, que canten Casta diva!”

Se aprestaba con sus bombistos y violineros la banda precitada (suspendiendo provisoriamente el ensayo de Giovinezza), cuando Wikipedia le explicó al Gobernador la polisemia del término casta. De rondón colose un funcionario zafio interesado en el límite lingüístico de la castidad, pues venía en amoríos no binarios; y Sancho, al fin, entendiendo el metalenguaje de la marioneta, que no cesaba de parlotear, lo interrumpió de un grito ensordecedor y acústico, parecido al sapucai aunque algo gardeliano, por las influencias orilleras que lo cercaban.

-¡Chito ya, patán! ¡No volveré a repetir la orden! ¡Traigan la Biblia ahora!

-Imposible Su Envergadura –le dijo el Edecán- la ha ordenado apartar el Ministro  Jaime Perzcyk....

-¿Persic? ¿Es hombre de Persia? No tengo tan malas referencias de Ciro...

-Me temo que yerra el pago, Beatitud. Perzcyk es paisano del Once aunque con oriundez primigenia en Villa Crespo.

-Pues si no hay Biblia, dijo Sancho, yo tengo la mía sabida de memoria como el gran  Facundo Quiroga, el gran Tigre de los Llanos...el gran..

(-¡Vamos todavía!, se entusiasmó la Guardia Mazorquera. ¡Vuelve Tacuara!)

Se acercó Sancho hasta el muñeco, la diestra sobre la empuñadura del tramontina y la siniestra vuelta puño o tortazo en ciernes, y lo emplazó con el siguiente interrogante: ¿Qué dice San Juan 8, 32? ¡Contesta bisoñé! ¿Y qué dice dopo San Pablo en 2 Corintios, 3,14-18? ¡Habla ahora peazo casquete!

El fleco parlante y atrabiliario farfulló entonces algunos nombres que, según él, toda persona culta y posmoderna debería conocer, pero –al borde de la incontinencia urinaria, dada la mirada patibularia de Sancho- se excusó de no conocer las respuestas que le exigía el Gobernador.

Ungido súbitamente de un aire doctoral, y alisándose el bandullo pa´hacerse un poco el fino, tomo la parla Su Suntuosidad para explicarle al interdicto: -La cita de San Juan que no sabes, de puro animal economicista que eres, enseña que <conoceréis la Verdad y solamente la Verdad os hará libres>. Y la de San Pablo acota: “Donde sopla el Espíritu de Dios, allí está la libertad”. Grábatelo borrico petulante y materialista.

Aplaudieron al unísono los cortesanos, rugió en vítores y plañidos la Confederación Tridentina-Trinitaria, la Guardia Mazorquera engrilló al energúmeno, se oyó  un homérico regüeldo de taberna a modo de aquiescencia ante lo actuado, y fue entonces que el Gobernador dio a conocer la siguiente

SENTENCIA

“Considerando que este desquiciado no es peor ni mejor que otros adoradores de la perversión democrática; que la partidocracia de cuyo juego participa es más letal que la variante épsilon del covid, próxima a inventarse; que el sufragio universal al que se acoge es objeto de culto de latría de todos los de su maldita laya; que su servilismo al Imperialismo Internacional del Dinero es regla universal de los idólatras del sistema, sean de la casta o de la lúbrica; y que ha trepado al nivel de la ridiculez pública empujado por no pocos católicos derechosos, traidores a la recta doctrina en la que dicen haber abrevado, ordeno, decreto y mando:

-Que se lo prive del sueño por tres noches consecutivas, durante las cuales deberá memorizar las lecciones de Sardá y Salvany, del Cardenal Billot –maestro de mi señor Don Leonardo- y de la Libertas de León XIII. Otrosí de los libros capitales de Juan Pablo Oliver, Atilio García Mellid y Alberto Caturelli.

-Que sea rapado modo colimba, y sometido a un largo ayuno de las redes sociales. En su celda, amén del proveedor de pan y agua, ingresarán dos veces por día el Capellán de la Insula, Raúl Sanchelenda, y el juez Braulio, a cargo de la Secretaría General de Coceaduras en el Pandero. Ambos con el propósito concurrente de aplacar la insufrible vanagloria del prisionero, permitiendo así que dinamite primero sus muchos vicios y después los muros del Banco Central, a lo que nadie se opone.

-Que a la entrada de la Insula se coloque un pasacalles de dimensiones herculanas, con el famoso dictus aquel que reza: El liberalismo es pecado. Los hermanos de la Banda Oriental podrán emular la medida, reemplazando “pecado” por “iniquidad”, como bien lo ha explicado el único jesuita católico y artiguista que queda en todo el Uruguay.

-Que se pegue con brea una diviza punzó, en los miriñaques de las liberalas y un gorro de similares características cromáticas en las zonas pudendas de los liberalos, anarquistas, cipayos, democristianos y paladines del youtube. Si el identificado pertenece al alto clero, se buscará otra zona más existente que las mencionadas pudendas; y si aduce ser o haber sido nacionalista se reemplazará el gorro por el kipá y la brea por La Gotita.

Será justicia”.

Dada a conocer la Sentencia, se ordenó la señal de los festejos, los cuales consistieron ese día, en un embarazo de barragana presidencial, fogatas variopintas con los libros de Von Mises, ronda gratis de Sputnik para los miembros de los tres poderes del Estado y repartos de Biblias en Pueyrredón y Corrientes.

 

Antonio Caponnetto


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