sábado, 27 de abril de 2019

Desde el infierno, Angelelli deplora su beatificación, y más de Angelelli.





Entrada previa relacionada: Repudiando la próxima "Beatificación" de Angelelli. -
Por Flavio Infante/ Adelante la Fe - Del octavo círculo del Infierno de Dante (cantos XVIII-XXX) involucra diez sucesivas fosas concéntricas, en cuya parte central se abre un enorme pozo cuyo fondo constituye el círculo noveno, el más tenebroso y hondo, en el que son castigados los traidores. Si bien a la Jerarquía apóstata en su conjunto podría caberle la demora en esta última estancia en compañía de Judas su mentor, hemos creído factible situar a Angelelli en el círculo octavo, el de los fraudulentos, toda vez que la nota destacada en este componedor de la dudosa síntesis católico-marxista ha debido ser, por fuerza, la falsificación omnímoda  y concienzuda del primero de sus términos. Allí pues, en alguna de las diez fosas consecutivas en que yacen, entre otros, los aduladores y lisonjeros, simoníacos, barateros, hipócritas, ladrones, malos consejeros, sembradores de escándalo y de cisma y falsificadores, allí lo imaginamos al malhadado obispo de La Rioja, sufriendo como un tormento añadido aquel de su –digamos- beatificación.

Que Dios, el poeta florentino y los lectores nos toleren este breve escolio al inmortal poema.  

Allí, en esa foresta estupefacta

de puniciones y estertóreos ayes

estaba aquel que, conste, no se jacta

de la corona impropia que lo ciñe

    en hora de tinieblas tan exacta.

    “¡Retíreme esa palma, que me riñe

su ajenidad, y que me quema, amigo,

    como ese sonsonete que retiñe

    el decreto, llamándome «testigo»,

cuando no he sido más que un traficante

    de cuentos de impiedad que al fin maldigo!”

    Aquí calló, y lo vi rodando avante

por sobre agudos ripios, desollado

    en una operación tan incesante

    como el rodar del agua en el collado

que el río retembló en igual cascada.

    Yo lo observaba absorto, sazonado

    por las gotas candentes de su arada.

Y me contó que tal era su suerte:

    el perpetuar el trance en que, expulsada,

    Su Eminencia del auto, halló la muerte.

“Que no hablen de emboscada, de martirio.

    Volvía de un asado como inerte,

    la curda casi al borde del delirio,

las gomas lisas: todo concertado

    para apagar al cabo ese mi cirio

    por pura negligencia. Descontado

que in ódium fídei era yo el que obraba

    entre los montoneros arrimado,

    hasta que me cayó al revés la taba”.

De bruces, otra vez, a su suplicio

    lanzábase a rodar, cuando la aldaba

    de los remordimientos daba inicio

a nuevas confidencias para embargo

    del proceso canónico y su vicio

    profundo, radical, cumplido y largo.

“«Pelado» les pedía que me llamen

    para afectar llaneza pese al cargo,

    cargándole a la mitra ese vejamen

(ser generoso es fácil con lo ajeno).

    Los paisanos, atentos al certamen,

    no sin untar sus lenguas con veneno,

dieron en motejarme «Satanelli».

    Tengan por bien sabido todos que no

    es mito este lugar, no es una peli,

ni nadie será salvo que lo niegue.

    Testigo atormentado es Angelelli”.

    Tras esta exhortación fue su despegue

y entonces ya lo vide arrebozado

    por mil agudas guijas. A Dios plegue

    la conversión a tiempo del pecado

de adulterar la fe de los sencillos

    con fábulas tomadas de prestado

    del infecto magín de los zurdillos.

Guay del embaucador, del lobo aleve

    que urde lisonjas, trucos y estribillos

    que, a Cristo destronado, a sí se eleve.

Por crasa afinidad con este expolio,

    fraguar tal santidad sin más se debe

    a típica jugada de Bergolio

(que Dios Nuestro Señor pronto se lleve lejos del solio).

* * * * * * *


Addenda:

- ¿Cuándo conocieron a Angelelli, y en qué circunstancias?
L - Para mi fué terrible…estaba en 1°año de la secundaria de un colegio religioso…y en esa época era re inocente…y este personaje nos juntaba y nos adoctrinaba…diciéndonos por ej…q no existía el cielo ni el infierno, que eso era un disparate y lo importante era ser buenos aquí, con la ayuda a los pobres y nada fuera de ellos.
J.- Yo era adolescente también, y lo recuerdo por mi catequesis en la Catedral.

- El decía eso?
J -Sembró la confusión y todo lo q nos decía era contrario a lo aprendido en casa…y en el Catecismo. Él decía que teníamos q ser buenos con nuestros hermanos, pero que la confesión era invento de los hombres, por ejemplo.

- No se confesaban en el colegio? No les hablaba de la Misa y de la Eucaristía?
J - Nooo…a la catedral….llevaba grupos de baile folklórico !!!  Como si fuera un teatro.
Por lo general trataba de evitar el celebrar misa en las capillas o iglesias (aquí la gente es muy humilde pero en ningún pueblo falta su capillita, porque la religiosidad popular es muy fuerte y sobre todo la devoción a la Virgen), y prefería hacerlo bajo un árbol, o en las plazas, porque decía que Dios era de todos.
L.: Lo mismo con todas las prácticas de fe, se burlaba del ayuno porque decía que era invento de los curas, que no servía para nada.

- Y qué decía en las comuniones y confirmaciones?
J. - Yo no recuerdo nunca nada espiritual o propiamente religioso; él sacó a Dios del centro de todo y puso a los pobres. Cambió la liturgia;  los cantos; todo era un show, hasta con carnavalitos en el altar. Incluso retiró muchas imágenes de la Catedral. Yo iba al catecismo en la catedral donde tomé la primera comunión y confirmación de sus manos…pero no me dejaron inscribir en 2º año, porque mi madre era de la Acción Católica.  Fuente

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