domingo, 15 de marzo de 2020

Asistencia espiritual a la Misa de cada día



Muchos fieles sienten la ausencia de la verdadera Misa católica, ya sea de manera regular, porque no tienen cerca alguna capilla donde se celebre, ya sea de manera ocasional, por alguna contingencia, 

A todos ellos queremos ofrecerles un método sencillo para unirse espiritualmente a la Misa a la que no pueden asistir físicamente, santificando así el domingo (principalmente, pero también cualquier día) según el espíritu de la Iglesia.

Mi Misa de cada día.

Quizás no pueda asistir a la Santa Misa todos los días. Pero sí puedo rezar «mi Misa»… En el silencio matutino o vespertino de mi habitación, en mi taller, en mi oficina, en mi estudio… Puedo rezar «mi Misa» uniéndome al Santo Sacrificio que se está ofreciendo sobre todos los altares católicos del mundo. Y «mi Misa» comienza así:


1º Mi purificación. — Como el sacerdote al pie del altar… Comenzaré purificando mi alma. Mi acto de contrición… Con sinceridad: Dios mío, te amo; perdón y misericordia.


2º Mi renovación de fe. — Y así purificado, renovaré mi fe… Con la lectura de un texto de la Sagrada Escritura en la que no falte la porción evangélica, o con la recitación pausada del Credo.


Creo en Dios, mi Padre, mi Creador…
Creo en Jesucristo, su Hijo, mi Redentor…
Creo en el Espíritu Santo, mi Santificador…
Creo en la Santa Madre Iglesia…
Creo en mi Bautismo, en la Comunión de los Santos… Creo en la vida eterna… Amén.


3º Mi ofertorio. — Es despertar en mí una voluntad de entrega. Es un deseo sincero de ofrecimiento… Todo mi día, mis oraciones y trabajo, entregados al Señor, como la gota de agua que se derrama en el cáliz del Sacrificio…
Mi vida unida con CRISTO… Para gloria del Padre… En reparación de todos los pecados… Por mis necesidades personales y familiares… Por las necesidades del Apostolado… Por las intenciones del Papa… Por las necesidades de la Iglesia y del mundo… Por nuestra Fraternidad de San Pío X y su gran combate contra el liberalismo.

Este sincero deseo de entregarme prepara mi consagración.

4º Mi consagración. — Es la realización de mi ofertorio: El momento más solemne de «mi Misa». Es un transformar mi vida en Jesús… Es un consagrar mi vida al AMOR… Y mi consagración puede ser así:
«¡Divino Corazón de Jesús! Por medio del Corazón Inmaculado de María Santísima, te ofrezco todas mis oraciones, obras y padecimientos de este día en reparación de nuestros pecados y por todas las intenciones por las que te inmolas continuamente en el Santísimo Sacramento del Altar (ver debajo "Los 4 fines principales de la Santa Misa"). Te ofrezco todo esto en especial por la libertad y exaltación de nuestra Santa Madre Iglesia».

Mi consagración está hecha. Ahora tengo que vivirla, las veinticuatro horas del día, cumpliendo con amor mi deber de estado.

5º Padrenuestro. — Es la gran oración del cristiano… Son las grandes intenciones del Corazón de Jesús… Lo rezaré lentamente… Es mi preparación para la Comunión… PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS…


6º Mi comunión. — Es la consumación de «mi Misa». Quizá no pueda comulgar hoy sacramentalmente. Haré, por lo menos, una Comunión Espiritual…
La Comunión espiritual es esto: un acto de fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía. Un deseo sincero de recibirlo espiritualmente en mi corazón… Puedo hacerlo así:

«Ven, Señor Jesús, y quédate conmigo. Dame tu gracia para ser fiel a tus mandamientos. Dame tu gracia para que jamás me aparte de Ti. Amén».

Y en el silencio de mi corazón uniré mi vida con la de Cristo, y El me dará su gracia para mi combate de hoy.

7º «Mi Misa» va a terminar. — «Mi Misa» llega a su fin. Tengo por cierto que Dios me devolverá centuplicado el obsequio de mi sacrificio. Y ahora pongo fin a «mi Misa» como los sacerdotes en nuestras iglesias. Va a ser mi acción de gracias como final de mi sacrificio. Diré pausadamente tres veces aquella hermosa salutación del ángel a la SIEMPRE VIRGEN MARÍA, completada posteriormente por el amor filial de la Iglesia a su Madre y Reina. DIOS TE SALVE MARÍA… DIOS TE SALVE, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA…

Quizá las rece por mis intenciones particulares… Pero me acordaré de que los sacerdotes piden por la conversión del mundo, y de que el Papa Pío XI pidió que se rezaran estas oraciones por la conversión de Rusia. Pediré, pues, para que el Papa consagre Rusia al Corazón Inmaculado de María, para que revele el tercer secreto de Fátima, para que la Jerarquía de la Iglesia vuelva a la fidelidad de la Tradición, y en fin, por el triunfo de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

Fuente: Hojitas de Fe - nº 73 (extracto-adaptación)

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Addendum

Los 4 fines principales de la Santa Misa



La Santa Misa, como reproducción que es del sacrificio redentor, tiene los mismos fines y produce los mismos efectos que el sacrificio de la cruz. Helos aquí:

Adoración (Fin Latréutico)

El sacrificio de la misa rinde a Dios una adoración absolutamente digna de Él, rigurosamente infinita. Este efecto lo produce siempre, infaliblemente, ex opere operato, aunque celebre la misa un sacerdote indigno y en pecado mortal. La razón es porque este valor latréutico o de adoración depende de la dignidad infinita del Sacerdote principal que lo ofrece y del valor de la Víctima ofrecida.

El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa." San Alfonso de Ligorio “Más agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa que los méritos de todos los ángeles.” San Lorenzo Justiniano "Sepan, oh Cristianos, que la Misa es el acto de religión más sagrado. No pueden hacer otra cosa para glorificar más a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que asistir a Misa devotamente, y tan a menudo como sea posible” San Pedro Julián Eymard "El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote." San Francisco de Asís “Si conociéramos el valor de la Santa Misa nos moriríamos de alegría.” San Juan María Vianney "Hay en la Santa Misa tantos misterios como gotas de agua en el mar, como átomos de polvo en el aire y como ángeles en el cielo; no sé si jamás ha salido de la mano del Altísimo misterio más profundo." San Buenaventura "Oh gente engañada, ¿qué están haciendo? ¿Por qué no se apresuran a las Iglesias a oír tantas Misas como puedan? ¿Por qué no imitan a los ángeles, quienes, cuando se celebra una Misa, bajan en escuadrones desde el Paraíso y se estacionan alrededor de nuestros altares en adoración, para interceder por nosotros?" San Leonardo de Porto Mauricio “La Misa es infinita como Jesús... pregúntenle a un ángel lo que es la misa, y él les contestará: “En verdad yo entiendo lo que es y por qué se ofrece, sin embargo, no puedo entender cuánto valor tiene.” Un ángel, mil ángeles, todo el Cielo, saben esto y piensan así." Padre Pío de Pieltrecina “La Santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres.” San Buenaventura "Nadie participa de esta Carne sin antes adorarla." San Agustín 

Acción de Gracias (Fin Eucarístico)

Los inmensos beneficios de or­den natural y sobrenatural que hemos recibido de Dios nos han hecho contraer para con El una deuda infinita de gratitud. La eternidad entera resultaría impotente para saldar esa deuda si no contáramos con otros medios qué los que por nuestra cuenta pudiéramos ofrecerle.

Pero está a nuestra disposición un procedimiento para liquidarla totalmente con infinito saldo a nuestro favor: el Santo Sacrificio de la Misa. Por, ella ofrecemos al Padre un sacrificio eucarístico, o de acción de gracias, que supera nuestra deuda, rebasándola infinitamente; porque es el mismo Cristo quien se inmola por nosotros y en nuestro lugar da gracias a Dios por sus inmensos beneficios. Y, a la vez, es una fuente de nuevas gracias, porque al bienhechor le gusta ser correspondido.

En cierta ocasión, Santa Teresa se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, ¿cómo Os podré agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “Asistid a una Misa”. "Para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias". San Juan Eudes "Si tan solo paráramos por un momento para considerar con atención lo que ocurre en este Sacramento, estoy segura que pensar en el amor de Cristo por nosotros transformaría la frialdad de nuestros corazones en un fuego de amor y gratitud." Santa Ángela de Foligno "Así como dos pedazos de cera derretidos juntos no hacen más que uno, de igual modo el que comulga, de tal suerte está unido con Cristo, que él vive en Cristo y Cristo en él." San Cirilo de Jerusalén "La Misa es la devoción de los Santos." San Juan María Vianney "Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa." San Juan María Vianney  “El Santo Sacrificio de la Misa es el sol de los ejercicios espirituales, el corazón de la devoción, el alma de la piedad y el centro de la Religión.” San Francisco de Sales "Cuando oigan que yo no puedo ya celebrar la Misa, cuéntenme como muerto". San Francisco Javier Bianchi 

Reparación (Fin Satisfactorio)

Después de la adoración, no hay otro deber más apremiante para con el Creador que el de reparar las ofensas que de nosotros ha recibido. Y también en este sentido el valor de la Santa Misa es absolutamente incomparable, ya que con ella ofrecemos al Padre la reparación infinita de Cristo con toda su eficacia redentora.

Claro que este efecto no se nos aplica en toda su plenitud infinita (bastaría una sola misa para reparar, con gran sobre­abundancia, todos los pecados del mundo y liberar de sus penas a todas las almas del purgatorio), sino en grado limitado y finito según nuestras disposiciones.

Sin la Santa Misa, ¿qué sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio." Santa Teresa de Jesús "Yo creo que sí no existiera la Misa, el mundo ya se hubiera hundido en el abismo, por el peso de su iniquidad. La Misa es el soporte poderoso que lo sostiene”. Padre Pío de Pieltrecina "La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jesús en la Cruz." Santo Tomás de Aquino Cuando Santa Margarita María Alacoque asistía a la Santa Misa, al voltear hacia el altar, nunca dejaba de mirar al Crucifijo y las velas encendidas. ¿Por qué? Lo hacía para imprimir en su mente y su corazón, dos cosas: El Crucifijo le recordaba lo que Jesús había hecho por ella; las velas encendidas le recordaban lo que ella debía hacer por Jesús, es decir, sacrificarse, consumirse por El y por las almas. "Nunca lengua humana puede enumerar los favores que se correlacionan al Sacrificio de la Misa. El pecador se reconcilia con Dios; el hombre justo se hace aún más recto; los pecados son borrados; los vicios eliminados; la virtud y el mérito crecen, y las estratagemas del demonio son frustradas.” San Lorenzo Justiniano "Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa misa." Padre Pío de Pieltrecina "El sacrificio del altar será a nuestro favor verdaderamente aceptable como nuestro sacrificio a Dios, cuando nos presentemos como víctimas". San Gregorio Magno "No podemos separar la Sagrada Eucaristía de la Pasión de Jesús". San Andrés Avellino "Reconoce en este pan al que fue colgado en la cruz, y en este cáliz lo que fluyó de su costado... todo lo que fue en muchas y variadas maneras anunciado de antemano en los sacrificios del Antiguo Testamento pertenece a este singular sacrificio que se revela en el Nuevo Testamento". San Agustín “El Santo Sacrificio de la Misa es medicina para sanar las enfermedades y holocausto para purgar las culpas.” San Cipriano “Una misa sobrepuja y excede la virtud de todas las oraciones en cuanto a la remisión de la culpa y de la pena.” San Anselmo “La celebración de la misa en cierta manera vale tanto cuánto vale la muerte de Cristo en la cruz.” San Juan Crisóstomo “Más aprovecha para la remisión de la culpa y pena oír una misa, que todas las oraciones de todo el mundo.” Eugenio Papa “Por el Santo Sacrificio de la Misa se aplaca Dios, y concede la gracia y don de penitencia.” Concilio de Trento “Si alguno oyere devotamente misa, alcanzará grandes auxilios para no caer en pecado mortal, y se le perdonarán sus defectos y pecados veniales e imperfecciones.” San Agustín  “Ningún sacrificio hay en todo el mundo por el cual las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del purgatorio, que por la sacratísima oblación y Santo Sacrificio de la Misa.” San Gregorio “La pena de los vivos y los difuntos se suspende en el ínterin que la misa se dice, y principalmente por las almas de aquellos por quienes con especialidad el sacerdote ruega, ora y dice la misa.” San Gregorio “Por cualquier misa con devoción celebrada y oída salen muchísimas almas de las penas del purgatorio, y a las otras que quedan en él se les disminuyen las muchas penas que allí padecen.” San Jerónimo  “La misa es el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio y llevarlas a gozar de su santísima gloria.” San Bernardino de Sena 

Petición (Fin Impetratorio)

Cristo se ofrece en la Santa Misa al Padre para obtener­nos, por el mérito infinito de su oblación, todas las gracias de vida divina que necesitamos. Allí está “siempre vivo intercediendo por nosotros” (Heb. 7, 25), apoyando con sus méritos infinitos nuestras súplicas y peticiones. Por eso, la fuerza impetratoria de la Santa Misa es incomparable. De suyo ex opere operato, infalible e inmediatamente mueve a Dios a conceder a los hombres todas cuantas gracias necesiten, sin ninguna excepción; si bien la colación efectiva de esas gracias se mide por el grado de nuestras disposiciones, y hasta puede frustrarse totalmente por el obstáculo voluntario que le pongan las cria­turas.

Al incorporarla a la Santa Misa, nuestra oración no sola­mente entra en el río caudaloso de las oraciones litúrgicas - que ya le daría una dignidad y eficacia especial ex opere operantis Ecclesiae -, sino que se confunde con la oración infinita de Cristo. El Padre le escucha siempre: “yo sé que siem­pre me escuchas” (Io 11, 42), y en atención a Él nos concederá a nosotros todo cuanto necesitemos.

Una sola misa ofrecida y oída en vida con devoción, por el bien propio, vale más que mil misas celebradas por la misma intención después de la muerte.” San Anselmo "Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día." San Anselmo "Con oraciones pedimos gracia a Dios; en la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda". San Felipe Neri "Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella." San Juan María Vianney “Mientras uno oye misa, no pierde el tiempo, sino que gana mucho, por muy dilatado que el sacerdote se está en el sacrificio de la misa.” San Agustín “Aunque Dios me diera cien lenguas, y con ellas una voz de acero que nunca se me gastara, no fuera posible declarar y manifestar las utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con asistir y oír misa en gracia.” Juan Bautista Mantuano "Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación”. San Bernardo “Todos aquellos pasos que uno da para oír misa son escritos y contados por su ángel, y por cada paso le dará el Altísimo Dios un grandísimo premio en esta vida mortal y perecedera.” San Agustín “Oh Señor, no podemos ir a la piscina de Siloé a la que enviaste el ciego. Pero tenemos el cáliz de tu Preciosa Sangre, llena de vida y luz. Cuanto más puros somos, más recibimos.” San Efrén  “El que en la misa contemplare la pasión y muerte de Jesús, merecerá más que si anduviese peregrinando a pie descalzo a los Santos Lugares de Jerusalén, y ayunara a pan y agua un año, y se azotara hasta derramar toda la sangre de sus venas, y rezara trescientas veces el Salterio.” San Alberto Magno “Por la virtud del sacramento de la misa todas las virtudes aumentan y se acrecienta la gracia.” Inocencio Papa  “El oír devotamente misa y ver el Santísimo Sacramento, ahuyenta al demonio del pecador.” - “Al que oyere misa enteramente no le faltará el sustento necesario y el alimento para su cuerpo.” - “En aquel día que alguno viere en la misa el cuerpo y sangre de Jesucristo, se le conservará la luz de la vida.” San Agustín “El que devotamente oyere misa, en aquel día se librará de muy grandes peligros y muchos males.” San Gregorio “Si una mujer encinta oyere misa, podrá esperar grandes auxilios en los dolores de su parto.” San Beda, el Venerable Y por conclusión, dice el angélico doctor Santo Tomás de Aquino que los efectos que causa el Santo Sacrificio de la Misa y el oírla, son los siguientes:
Resiste a los malos pensamientos
Destruye los pecados
Mitiga el aguijón de la carne
Da fuerzas al alma para batallar contra sus enemigos
Perdona los pecados veniales
Purifica, limpia y purga el corazón
Alienta a obrar bien
Aumenta la castidad
Acrecienta el fervor de la caridad
Da fuerzas para sufrir las cosas adversas
Llena el alma de todas las virtudes
Y, en fin, por decirlo de una vez, cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios, todos son por la sagrada muerte y pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la cual se reactualiza y representa en el santo sacrificio de la misa. 

Extracto de Teología de la Perfección Cristiana de Antonio Royo Marín O.P.


1 comentario:

  1. No se olviden que el primero de abril se cumplen quinientos años de la primera misa en Argentina.

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