viernes, 3 de julio de 2020

Los cuatro obispos de la "Resistencia" (dirigida por Mons. Williamson) expresan su apoyo a Mons. Viganò

COMENTARIOS ELEISON
Su Excelencia Richard Williamson
Declaración de Apoyo
27 de junio de 2020
Número DCLXXVI (676)


Quiera Dios que muchos Obispos amigos de Viganò
Tomen su espada de él para luchar por la Iglesia

Su Excelencia, el Arzobispo Viganò,

Hace varios días, uno de los cuatro obispos que se esfuerzan dentro de la Iglesia por mantener la defensa de la Fe de acuerdo con el ejemplo puesto por Monseñor Lefebvre, le escribió una carta de felicitación y apoyo a su carta del 9 de junio, en la que usted remite al Concilio Vaticano II (1962–1965) la actual crisis de la Iglesia. Con esta nueva carta para usted, todos cuatro obispos desean expresarle públicamente las mismas felicitaciones y apoyo en sus difíciles circunstancias actuales. Esencialmente repetimos lo que le escribió Mons. Tomás, sólo un poco abreviado –



Es un deber de conciencia frente a toda la Iglesia que esta carta venga a darle apoyo público en su reciente denuncia de la crisis que atraviesa la Iglesia, y de sus orígenes en el Concilio Vaticano II. Santo Tomás de Aquino enseña que no hay obligación de profesar la Fe en todo momento, pero cuando la Fe está en peligro, entonces hay un grave deber de profesarla, incluso a riesgo de la vida.

¿Puede alguien hoy negar la crisis sin precedentes de la Iglesia, que golpea profundamente al sacerdocio católico? Sin embargo, los sacerdotes verdaderamente católicos son absolutamente necesarios para el Santo Sacrificio de la Misa y para el mantenimiento de la santa doctrina. Cuando las autoridades legítimas de la Iglesia se niegan a actuar de acuerdo con la intención de la Iglesia, ningún obispo puede simplemente resistir en la Fe, como lo puede hacer un laico. Ante Dios, de quien recibimos nuestro episcopado, declaramos por nuestra consagración con la plenitud del Orden Sagrado que en la presente crisis no sólo es lícito, sino que es nuestro deber obligado usar estos poderes para el bien de las almas.

En su carta del 6 de junio, con una claridad y sinceridad admirables, Su Excelencia reconoce cómo el clero y los fieles católicos fueron engañados cuando el Concilio introdujo nuevas direcciones originadas en la conspiración anticristiana. Es doloroso observar la lamentable ceguera de tantos colegas del episcopado y del sacerdocio que no ven, o no quieren ver, la crisis actual y la necesidad de resistir al modernismo que ahora reina supremo, y a la secta conciliar que se atrinchera en los niveles más altos de la Iglesia. Esta resistencia es totalmente legal y de acuerdo con la voluntad de la Iglesia perdurable. Un obispo debe, en efecto, cumplir la misión que se le ha encomendado: transmitir todo lo que pueda y deba transmitirse por la plenitud de sus Órdenes para la conservación de la Fe: “Tradidi quod et accepi”.

Por su antiliberalismo y antimodernismo, en junio de 1988 el arzobispo Marcel Lefebvre y el obispo Antonio de Castro Mayer, para salvar el tesoro de la Tradición Católica del modernismo y de la Nueva Misa y las reformas del Concilio, procedieron a consagrar cuatro obispos en la llamada “Operación de Supervivencia”, garantizando así que la gracia y la doctrina inmutable seguirían siendo transmitidas. Como sus herederos, queremos expresar nuestra sincera adhesión a la posición de Su Excelencia, dictada por su fidelidad a la Iglesia de todos los tiempos. Con ello no queremos hacer otra cosa que beber de la misma fuente, que es la Santa, Católica y Apostólica Iglesia Romana, fuera de la cual no hay salvación.

Y si alguien nos pregunta cuándo habrá un acuerdo con las autoridades de Roma, nuestra respuesta es simple: cuando Roma vuelva a Nuestro Señor. El día en que los oficiales romanos reconozcan una vez más a Nuestro Señor como el Rey de todos los pueblos y naciones, ese día no seremos nosotros los que regresemos a la Iglesia, sino aquellos que intentaron derrocar a la Iglesia Católica, de la que nunca nos fuimos. Mientras tanto juzgamos que al oponernos abiertamente y resistir a los errores del Concilio y a aquellos que los promueven, estamos prestando el más necesario servicio a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo.

Que la Santísima Virgen, Nuestra Señora, que en Fátima nos advirtió de la gravedad de la hora actual, conceda al Papa y a los obispos del mundo entero las gracias necesarias para que se realice la Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, y para que se difunda por todas partes la devoción reparadora de los Cinco Primeros Sábados, de modo que se abandone el modernismo y las almas vuelvan a la Fe Católica, entera e inviolada, sin la cual es imposible agradar a Dios.

Que Dios bendiga a Su Excelencia Monseñor Carlo María Viganò,

Mons. Jean-Michel Faure
Mons. Tomás de Aquino
Mons. Richard Williamson
Mons. Gerardo Zendejas.

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